Ayer se estrenó la secuela de Bitelchús, como amante de la primera entrega que soy, y que vi en cine en momento de su lanzamiento, decidí ir a verla. La sorpresa fue más que agradable, como pienso detallar a continuación. Esta segunda parte nos trae de nuevo al bioexorcista más irreverente de la historia del cine, por quien no parecen haber pasado casi cuarenta años. Así pues, veamos que nuevas peripecias le aguardan a este fantasma tan divertido.
Dirigida por Tim Burton y escrita por Alfred Gough y Miles Millar, la trama nos cuenta como Lydia, Winona Rider, presenta un programa de entrevistas sobrenatural producido por su pareja Rory, Justin Theroux. Al enterarse del fallecimiento de su padre, decide viajar con su madre Delia, Catherine O'Hara, a arreglar los papeles en compañía de su hija Astrid, Jenna Ortega. Al llegar a la casa, su hija encuentra el papel con el que invocar a Bitelchús, Michael Keaton, que anda escondiéndose de su novia Dolores, Monica Bellucci, a la que conoció en la época de la peste negra y que anda matando a fantasmas, por lo que el detective Wolf Jackson, Willem Dafoe, decide seguirle la pista.
He de decir que no me esperaba mucho de la cinta, una vez acabado su visionado, tengo que admitir que me ha sorprendido gratamente. No solo por devolvernos al Burton más gamberro y gótico, sino también por ofrecernos un humor bastante negro y con un Keaton en estado de gracia, recuperando uno de sus personajes más icónicos.
Uno de los aspectos que más me gustó del film, fue el uso de efectos tradicionales junto a más modernos. Esto es algo que se puede apreciar en el instante de los gusanos de arena o cuando al famoso fantasma se le salen los ojos de las órbitas, que recuerda y mucho a los Looney Tunes. Los efectos más modernos no desentonan en absoluto, e incluso ayudan a la producción.
Sin lugar a dudas, lo mejor es Keaton. Pese a sus 73 años el intérprete demuestra estar en plena forma, volviendo a ofrecernos un Bitelchús por el que parece que no hayan pasado casi 40 años. Sigue siendo ese ente gamberro, al que todo le importa un pimiento que busca su propio beneficio, incluso cuando ayuda a los demás. Si lo hace, es por que le interesa.
Otra sorpresa agradable fue O'Hara, aquí mucho más disparatada que en la anterior entrega de la saga. Aquí se ha soltado la melena y muestra a los espectadores su faceta más loca y divertida. Baste citar como ejemplo el momento de su presentación, o el del cementerio por la noche. Instante que me arrancó unas buenas carcajadas por lo absurdo de la situación.
También hay que destacar los constantes homenajes a la primera parte. No solo por el uso de la banda sonora, de nuevo a cargo de Danny Elfman, sino también por el homenaje a Jeffrey Jones, que aquí vuelve en modo de animación, debido a sus problemas fuera de la gran pantalla, bastante chula todo hay que decirlo, como padre del personaje encarnado por Ryder.
Willem Dafoe sorprende gratamente, su rol de detective es bastante divertido y aprovecha cada ocasión en la que aparece, para robar escenas a aquellos intérpretes que comparten pantalla con él en ese momento. Dafoe no es la primera vez que aborda un rol cómico en su amplia carrera, baste recordar su participación en El gran hotel Budapest de Wes Anderson. Es una lástima que no se prodiga más en este tipo de papeles, puesto que ha demostrado su talento para hacer reír a las audiencias.
Hay un momento en el que Burton se permite homenajear a Mario Bava, con un flashback en el que se nos narra como Bitelchús conoció a Dolores. Rodado en blanco y negro, con un buen uso de la fotografía y con Keaton narrando la acción, es una gozada para todos aquellos que somos seguidores de uno de los maestros del terror europeo. No resulta ver extraño ver el enorme guiño que el realizador de Batman le hace a La máscara del demonio.
Si hubiera que ponerle un pero, sería al villano. Los pocos momentos en los que el personaje de Bellucci aparece, son bastante chulos. Lástima que la antagonista quede bastante desdibujada, puesto que cada vez que aparece demuestra ser una amenaza a tener en cuenta. Es una pena que Burton se haya fijado más en la historia de amor entre el personaje de Ortega y el de Arthur Conti, que interpreta al interés amoroso de la joven. Si tan solo Burton hubiera dejado de lado, o por lo menos no se hubiera centrado tanto en la misma, tal vez hubiera podido aprovechar más al personaje de Dolores.
Otra cosa que no me acabó de convencer fue el rol de Ortega. No es que la chica lo haga mal, pero parece una copia de Hacendado del personaje que encarnase Ryder hace casi 40 años. No tiene el mismo encanto que Ryder, puesto que salvando las distancias, son casi el mismo papel pero adaptado a los tiempos que corren.
Si os gustó la primera parte, sin duda recomiendo ver esta. Las dosis de humor negro aumentan, así también como una crítica, nada disimulada, a todos los instagrammers que buscan grabar el momento que están viviendo, en vez de guardarlo en su memoria.
Una buena oportunidad de volver a ver a este fantasma tan divertido, en una vuelta a la gran pantalla que, en vez de ser innecesaria, ha supuesto la vuelta del mejor Burton en una de sus mejores cintas y que nos devuelve a ese cineasta gótico con una mirada especial que ahora, por fortuna, parece haber recuperado. Esperemos que siga así en futuros proyectos.
A continuación el tráiler:
Espero que os haya gustado la entrada de hoy.
Gran trabajo y rápido. A mí, me has activado, aún más, las ganas de verla.
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