Dentro del cine que se hizo en la década de los ochenta, hay cintas que han pasado a la historia del cine. Enumerarlas sería harto complicado, puesto que cada uno tiene las suyas. Pero, dentro de esta década existen cintas que pasan desapercibidas como ocurre en la entrada de hoy. Un filme que, pese a tener no pocos elementos a su favor, no suele aparecer a la hora de nombrar a las mejores películas rodadas en este período de tiempo. Pero para eso esta el blog, para reivindicarla. Así pues, vamos a arrancar el Delorean y viajar al pasado.
Dirigida por Philip Borson, escrita por Christopher Crowe que adapta la novela escrita por John Katzenbach, autor de El psicoanalista, el argumento nos cuenta como el reportero Malcolm Anderson, Kurt Russell, quiere dejar su puesto en Miami para trasladarse junto a su novia Christine, Mariel Hemingway, a Colorado. Pero, cuando una serie de asesinatos comienzan a suceder y el asesino, Richard Jordan, decide en ponerse en contacto con el periodista y hacerle su confidente, la vida de Malcolm cambiará.
Además de los intérpretes arriba arriba citados, en el reparto también nos encontramos con Joe Pantoliano, dando vida a Andy fotógrafo del periódico donde trabaja Malcolm; Andy García interpretando a Ray Martínez contacto en la policía del periodista o Richard Masur encarnado a Bill Dolan, jefe del reportero.
Tal y como se puede ver por el argumento, la cinta es interesante. Nos mantiene en tensión en buena parte de su metraje, y las interpretaciones están bastante contenidas, resaltando las llevadas a cabo por Russell y Jordan, héroe y antagonista. Aquí Russell está alejado de los papeles de acción a los que nos tiene acostumbrados, e interpreta a un hombre más de la calle, sin rastro alguno de tipo duro.
Uno de los factores que hacen recomiende este film, es su duración. Con poco más de una hora y media de metraje, el argumento no se anda por las ramas y, casi desde su comienzo, va al grano. No mete tramas secundarias innecesarias, algo que es típico en las tramas de las cintas realizadas en los ochenta. Ya que, con 80, 90 o como mucho 100 minutos bastan para contar una historia, algo que, por desgracia, apenas vemos en las producciones que hoy llegan a nuestras pantallas.
Otro de los elementos que hay que destacar, es que pese a ser una serie de un asesino en serie, apenas se ve sangre o violencia a lo largo del film, salvo en los instantes finales. El director, sabe jugar la carta de mantener la tensión, sobre todo en las conversaciones mantenidas entre el reportero y el psicópata. A medida que va avanzando en su investigación, Malcolm se va obsesionando más y más con dar caza a este asesino.
En el film apenas hay momentos de acción, pero, cuando los mismos hacen acto de aparición están justificados. Así, rescato el momento en el que Malcolm inicia una carrera para evitar el secuestro de Christine, por lo que no dudará en saltar por un puente levadizo e impedir que el villano consiga su objetivo.
Si tuviera que poner una pega, sería al personaje de Hemingway. No la veo creíble como actriz, y su interpretación es de lo más flojo del film. Además, su química con Russell es inexistente. Te dicen que son pareja, pero no te lo crees. Si la hubiera interpretado otra actriz, tal vez otro gallo hubiera cantado, pero su rol parece estar interpretado sin gana alguna.
Una pequeña joya a reivindicar y que suele pasar desapercibida. Si os gustan los filmes con una duración ajustada, con un argumento simple pero efectivo y que os hagan pasar un buen rato, no lo dudéis y dadle una oportunidad. Seguro que nos arrepentiréis.
A continuación el tráiler en versión original:
Espero que os haya gustado la entrada de hoy.
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