Cuando Arthur Conan Doyle creó al personaje de Sherlock Holmes, lejos estaba el escritor escocés de imaginar que una de sus creaciones sirviera de inspiración para películas; series de imagen real o de dibujos; juegos de ordenador o de mesa o de influencia para multitud de escritores y autores que, basándose en las aventuras del famoso detective inglés le utilizaron como protagonista de sus creaciones literarias. Así, hemos podido ver a Holmes enfrentarse contra vampiros; zombis; monstruos imaginados por Lovecraft e incluso en una ocasión compartir peripecias con el hombre murciélago, pero en un futuro lejano apenas se han dado casos. Es precisamente en un tiempo lejano donde tiene lugar la entrada de hoy en esta particular aventura del habitante del 221 B de Baker Street.
Escrito por Alberto López Aroca, la acción tiene lugar en el planeta Doilettte donde sus siete mil millones de habitantes han fallecido en extrañas circunstancias. Para investigar que ha causado su muerte, un grupo de doctores entre los que se encuentra Yun H. Walruss, antiguo cirujano del ejercito, acude al lugar. Pero también lo hará un detective privado que fuma en pipa y viste un gaban, su nombre: Sholomun Hume.
Tal y como se puede apreciar por la trama, el autor toma como base la primera aventura de Holmes y Watson para trasladarlos a un futuro donde el investigador pondrá a prueba sus habilidades. Pero cuando parece que todo va a ir por los mismos derroteros que la obra original de Doyle, Alberto nos sorprende en sus páginas finales con un giro de tuerca sorprendente que no se ve venir.
A lo largo del libro, Alberto rinde homenaje a las creaciones de Doyle con apariciones en sus páginas haciendo que los lectores intenten adivinar los nombres. Algunos de ellos son más que evidentes, otros no tanto y que si solo se conoce poco más de la obra del escritor escocés costará comprender. Pero el escritor manchego también menciona a dos autores rusos, los hermanos Strugatski una de cuyas obras sirvió de base a Andrei Tarkovsky para su film Solaris.
La novela tiene una extensión de poco más de 130 páginas, por lo que si sois lectores rápidos su lectura apenas te dura un par de horas. Y es que la obra resulta muy entretenida, cuando uno se quiere dar cuenta casi ha llegado a su fin. El libro cuenta con dos partes, en la primera se nos narra la llegada de los protagonistas al planeta, en la segunda se nos cuenta un suceso que tendrá mucha importancia en el devenir de los acontecimientos, así como en la conclusión del caso. Como se demostrará más tarde, los sucesos del pasado siguen teniendo su eco en el presente.
Alberto es un gran estudioso de la figura de Holmes, a quién ha rendido homenaje en otras novelas como Sherlock Holmes y los zombis de Camford o en relatos como El caso de la pequeña cliente. Aquí nos ofrece un pastiche holmesiano sin duda interesante. Nos ofrece un nuevo punto de vista sobre el famoso investigador, cambiando su aspecto por otro más acorde a la aventura que esta viviendo. El aspecto físico puede cambiar, pero lo que permanece intacto son sus habilidades deductivas a la hora de resolver el caso al que se enfrenta.
El libro se editó por primera vez en el fanzine Fabulas extrañas en 1997 y fue reeditado de nuevo en 2003 en A por cadáveres. Hoy se ha reeditado por la editorial Ilarión, que fue el ejemplar que me hizo llegar el autor para poder reseñarlo, con una portada bastante impactante,
Un bonito a la vez que sincero homenaje a Holmes que no deberíais dejar pasar si os gustan las aventuras en las que el investigador inglés es protagonista.
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