jueves, 17 de noviembre de 2016

pelicula: Una pandilla de lunáticos

Los años 80 y parte de los 90 fueron una buena época para Michael Keaton. Saltaba de la comedia al drama, pasando al thriller o al género de acción sin problema alguno. Fue antes de convertirse en el hombre murciélago, cuando interpretó una cinta poco conocida que merece reivindicarse y de la que voy a hablaros en la entrada de hoy. Y en donde el intérprete de Bitelchús vuelve a dar muestra de su vis cómica, ya desarrollada en anteriores trabajos como Turno de noche o Johnny Peligroso.

Dirigida por Howard Zieff en 1989 y con guión de Jon Connolly y David Loucka, la cinta nos cuenta como Billy (Michael Keaton), Henry (Christopher Lloyd), Jack (Peter Boyle) y Albert (Stephen Furst) son cuatro pacientes de un psiquiátrico a los que su médico el doctor Weitzman (Dennis Boutsiakaris) decide sacar para ver un partido de béisbol creyendo que les beneficiará de cara a su recuperación. Pero al llegar a la ciudad el doctor sufre un accidente, por lo que ahora los cuatro pacientes andarán por Nueva York a su aire.

Todavía me acuerdo cuando vi esta película. Fue en el cine de verano con mi familia y me lo pasé genial. Y algunas de las situaciones nos arrancaron no pocas carcajadas, sobre todo al buen hacer de sus actores y a sus roles, cada uno de ellos con una personalidad definida. Keaton está genial como el líder de este peculiar grupo, al que le gusta mucho mentir y tiene problemas para controlar su agresividad. Lloyd vuelve a encarnar por segunda vez en su carrera a un loco, tras haber desempañado el mismo papel en Alguien voló sobre el nido del cuco y que supuso su debut en el cine, pero en esta ocasión es alguien que se cree doctor y con un gran afán por tener todo en orden y que salgan las cosas como estaban planeadas.
El tercero es discordia es el personaje de Boyle, que se cree Jesucristo reencarnado con las situaciones cómicas que ello conlleva sobre todo en un breve, pero memorable gag en el hospital y por último Furst encarna al más inocente de los tres y que tan solo sabe comunicarse mediante términos de béisbol.

Además de los actores mencionados, cabe destacar en el reparto dos intérpretes tan solventes como Lorraine Bracco, recordada sobre todo por intervenir en Uno de los nuestros y ser la psiquiatra de Tony Soprano en Los Soprano, y James Remar, eterno secundario y a quién los aficionados al cine más veteranos recordamos por ser Ajax en de The Warriors y más tarde por ser el padre de Dexter en la serie homónima. Bracco encarna al interés amoroso de Keaton, mientras que Remar encarna al villano que provoca el accidente del doctor.

Lo mejor de la cinta sin duda alguna es la complicidad que demuestran los cuatro actores principales, cada uno dispone de su momento de lucimiento. En esta película Keaton ya empezaba a dar muestras que tenía madera de estrella, lo que acabó de confirmarse poco después al convertirse en Batman. En cuanto a Lloyd y Boyle aportan su veteranía a un film cómico, género que no les era en absoluto desconocido al igual que Furst, en cuya carrera se encuentran dos títulos esenciales de la comedia americana de finales de los 70 y principios de los 80 como fueron Desmadre a la americana y Los albóndigas en remojo.

Después de este film su realizador dirigió las dos partes de Mi chica, retirándose del cine debido a la enfermedad de Parkinson.

Una película bastante simpática que funciona más por algunas situaciones, que por la acumulación de gags. La pega que se puede poner es que su duración es cercana a las dos horas, lo que puede acabar jugando en su contra. Tal vez diez minutos menos le hubieran favorecido.

Si no la habéis visto os la recomiendo. Es una pena que no sea más conocida salvo por aquellos que la vimos en cine y es una manera de ir calentando motores antes del estreno del la última película de Keaton en la que interpreta al creador de Mcdonalds.

A continuación el trailer:




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