Dirigida en 1988 por Richard Donner, la trama es la siguiente: Frank Cross, rol de Bill Murray, trata fatal a sus empleados, lo que le lleva a ser visitado por su antiguo jefe, papel de John Forsythe, que le anuncia la llegada de tres fantasmas que le harán reconsiderar su estilo de vida, coincidiendo con la proximidad de la navidad.
Enésima adaptación de la obra de Dickens, que suele ser adaptado de tanto en cuando ya sea en la gran o en la pequeña pantalla. Lo que diferencia esta cinta de muchas otras, es la considerable dosis de mala leche de la que hace gala.
Uno de los grandes aciertos, como no podía ser de otra forma es la interpretación que lleva a cabo Murray. Su personaje tiene un sentido del humor bastante negro, trata fatal a sus empleados y no le importa nadie que no sea él mismo. Y pese a todos estos defectos, uno le tiene lástima, y más cuando conocemos la historia y pasado que tiene detrás suyo. Si bien al principio no era así, diversas circunstancias y situaciones le llevaron a cambiar su carácter, hasta convertirse en el hombre que llega a ser y vemos en la película.
Otro de los puntos a favor son los secundarios. Murray está apoyado por una leyenda de Hollywood como es Robert Mitchum, e intérpretes que destacaron en los 80 como Karen Allen; John Glover o Bobcat Goldwait, que aportan su grano de arena para que la cinta se haga mucho más ligera y llevadera, sobre todo en el caso del último, que interpreta al fantasma de las navidades pasadas y que hace que el personaje de Murray empiece a cambiar poco a poco.
Sorprende ver como un realizador más acostumbrado a la acción como es Donner, es capaz de ofrecernos una comedia bien dirigida e interpretada Sin duda, el contar en su reparto con un comediante de primea línea como Murray hace mucho. El actor de Los Cazafantasmas, sabe hacer suyo un rol desagradable y huraño, pero que consigue que la audiencia le tome cariño a pesar de sus defectos y de ser, en teoría, el villano de la cinta pese a que al final consiga redimirse.
El humor durante todo el film oscila entre el humor blanco y el negro, consiguiendo un perfecto equilibrio entre ambos, si bien a medida que la proyección avanza el segundo consigue predominar sobre el primero. No hay que olvidar que estamos hablando de una producción familiar, y hay que cuidar los detalles para que todos puedan disfrutar de la misma.
La cinta, pese a tener casi treinta años desde su realización, apenas ha envejecido. Los actores están muy bien, se lo pasan genial interpretando sus papeles y eso es algo que transmiten a los espectadores. Su realizador se encuentra muy cómodo en un terreno tan complicado como es el de la comedia, y su banda sonora compuesta por Danny Elfman supone el complemento perfecto a una Feel Good Movie pero con mala uva.
En definitiva, una película para ver en estas fechas. Su duración ayuda puesto que es de poco más de hora y media, no aburre y va directa al grano. Lo que se agradece sin duda alguna, sus golpes de humor siguen haciendo reír y la interpretación que lleva a cabo Murray es una de las más recordadas que ha llevado a cabo este actor.
A continuación el tráiler:
Espero que os haya gustado la entrada de hoy.
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