El estreno de Chinatown en 1974, no solo supuso una renovación del cine negro tradicional, sino también la consagración de Jack Nicholson como estrella, a la vez que le sirvió a su realizador Roman Polanski para olvidar el terrible asesinato de su esposa, y que sirvió para que su guionista, Robert Towne, saltará a mayores producciones. El presente ensayo nos presenta los diferentes procesos y problemas, por los que pasó esta producción hasta que por fin, fue estrenada en la gran pantalla.
Escrito por Sam Wasson, el ensayo consta de cuatro partes, cada una de las cuales dedicadas a las principales figuras que se vieron involucradas en el proceso de realización de este film. Ya que, además de las figuras arriba citadas, también jugó un rol importante su productor, Robert Evans, que estuvo detrás de los éxitos de Love story, El padrino o La semilla del diablo, por citar tres ejemplos.
He de decir que este libro, tenía bastantes papeletas para que me acabase gustando, tal y como ha acabado ocurriendo. No solo porque Chinatown es uno de mis filmes negros favoritos, sino también porque el tema de como se hizo era bastante atrayente. Como amante del cine, me interesa saber todo aquello que envolvió a la producción. Ya que, lo que vemos en pantalla, esconde tras de sí un complicado proceso. Y Chinatown, no era inmune a este proceso.
Si bien el primer capítulo, dedicado a Polanski es el más corto, no por ello resulta menos interesante. Se nos habla de su infancia y su llegada a Estados Unidos, y su relación con Sharon Tate, la cual acabó de forma trágica, como todo aficionado al cine sabe. En un determinado momento del libro, se dice que la muerte de Tate, así como el magnicidio de Kennedy, supusieron el fin del verano del amor y el cambio de la forma de pensar en el pueblo estadounidense. Una vez leído, tengo que decir que parte de razón no le falta al autor del ensayo.
Los siguientes capítulos, estarán dedicados a Towne, Evans y el último de ellos es el de Nicholson. Pero, en cada uno de ellos, los personajes aparecen en no pocas ocasiones. Relacionándose entre ellos, y descubriendo a los lectores que su realización distó mucho de ser un camino de rosas para cada uno de los implicados.
Si bien conocía alguna que otra anécdota del rodaje, este libro amplió mi conocimiento sobre el film. Algunos datos son bastante divertidos, como la pelea a gritos entre Polanski y Nicholson, mientras que otros no lo son tanto, como el ya sabido divismo de Faye Dunaway, que puso de los nervios en no pocas ocasiones a Polanki o las tensiones entre Towne y el realizador por la conclusión del film, causa de no pocos quebraderos de cabeza para ambos.
A lo largo de sus páginas, sobre todo en los instantes finales, veremos como el sistema de estudios fue cambiando con el estreno de Tiburón y El exorcista. Esto es, bombardear en prensa y televisión con anuncios de su nueva película, para llegar al mayor público posible.
A pesar de su extensión, poco más de 400 páginas, es un libro que se disfruta de principio a fin. El autor utiliza un lenguaje bastante ameno, por lo que no se hace pesado en absoluto. Si tuviera que poner alguna pega, es que no hubiera estado mal que el autor hubiera entrevistado a Nicholson, para que recordase alguna anécdota que otra y que no aparece en el ensayo. Aún así, los lectores se encontraran con declaraciones de aquellas personas que, de una forma u otra, se vieron relacionadas con los implicados en él mismo.
Como no podía ser de otra forma, Wasson menciona el escándalo en el que se vio envuelto Polanski. Pero esto ocurre en las últimas páginas del libro, ya que, lo que de verdad le importa al autor es todo lo relacionado con Chinatown. Lo mismo se puede aplicar a su secuela, Los dos Jakes, de la que pasa de puntillas y que, tal y como ocurrió con su primera parte, también tuvo sus propios problemas, lo que hizo que nunca hubiéramos podido ver la anunciada tercera parte.
Tanto si os gusta Chinatown, como los ensayos sobre cine, este es un libro que no deberíais dejar pasar y que os ayudará a pasar mejor los calores del verano.
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