viernes, 30 de diciembre de 2022

libro: Tres malditos en Lay City

Antes de proseguir con la reseña, y con algo de antelación, feliz entrada y salida de año a los seguidores del blog. Tanto el cine como la literatura negra clásica, suelen regirse por unos arquetipos que forman su base: detectives privados; mujeres fatales; criminales sin escrúpulos o policías de dudosa moral, por nombrar algunos ejemplos, suelen ser visitados en mayor o menor medida por todos los autores que se acercan a este género. El cual no es desconocido al autor, ya que en alguna que otra ocasión se ha acercado al mismo


Escrito por Pablo Carnicero de la Cámara, el libro consta de tres historias, siendo cada una de ellas independientes pero los protagonistas, así como algunos de los secundarios, cruzarán sus caminos en un momento y otro.

En la primera historia conoceremos a Jason Morales, antiguo púgil que decide hacerse cargo de la agencia de detectives de su fallecido tío, y hacerse cargo del caso que dejó a medias antes de su muerte. Pero, tal y como suele ocurrir en este tipo de historias, cuanto más descubra más se dará cuenta del tipo de personas hay en las sombras de la ciudad.

Buen comienzo y buena historia, que bebe de los clásicos de la literatura negra. Ambientes sórdidos, whisky y cigarrillos, así como diálogos cínicos y cortantes, harán las delicias de los aficionados a este tipo de literatura.

En el segundo relato, Leroy Dickinson un antiguo militar ahora reconvertido en criminal, es sacado de prisión por su antiguo superior para que encuentre a su hijo, que cree que ha sido secuestrado. Pero a la vez, Dickinson aprovechará para averiguar quién de sus antiguos compañeros dió el soplo que acabó en su captura, a la vez que empieza a hacer contactos para volver a su vida antes de su ingreso en la cárcel.

Gran historia, que en algunos momentos, y salvando las distancias, me recordó a A quemarropa. El protagonista apenas tiene escrúpulos y es un hombre que se mueve bien en las aguas más oscuras de la sociedad. El único pero que le puedo encontrar a este relato, es que deja un par de cabos sueltos, no voy a revelar nada tranquilos, que no se resuelven en la siguiente historia, lo que te deja con ganas de saber como continúan las peripecias de Dickinson.

En el último relato, Justin Mallard un antiguo policía caído en desgracia y que ahora está al frente de la brigada de suicidios, se pondrá a investigar un caso encargado por una mujer, lo que llevará a que su camino se entrecruce con los de Morales y Dickinson. Ya que el fiambre tenía relación con sus nuevos asuntos.

Esta es la historia que menos me gustó, y no porque esté mal escrita, que no lo está, sino porque no me acabó de convencer del todo. A pesar del punto de partida, y del momento en que se conocen, algo le faltaba a la historia.

Y eso que tiene momentos interesantes, y es curioso ver la interacción entre los tres protagonistas, siendo mis partes favoritas en las que coinciden Dickinson y Mallard. Dos caras de la misma moneda, que son más parecidos de lo que les gustaría reconocer.

El autor se nota que conoce el género, y que le tiene aprecio, puesto que visita los lugares comunes ya citados, y sale airoso de los mismos. Hay instantes que recuerdan a Chandler, e incluso me atrevería a decir que es el autor al que rinde homenaje. 

No resulta complicado ver estos guiños en alguno de los secundarios que aparecen en la historia. Incluso uno de ellos, no hubiera desentonado en absoluto en El sueño eterno. 

Ahora queda la duda, de saber si en un futuro Pablo retomará, o no, las peripecias de estos hombres en nuevos casos. Ojalá sea así.

Si os gusta la literatura negra más clásica, sin duda, os lo recomiendo. Y si lo hacéis acompañado de bourbon, jazz y cigarrillos, la experiencia puede ser más inmersiva todavía.


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