Dirigido por Bob Rafelson en 1996 y con guión de Nick Villers y Alison Cross, el film nos cuenta como Alex Gates (Jack Nicholson) es un comerciante de vinos cuyo negocio no atraviesa sus mejores momentos, por lo que decide robar un valioso collar en la casa donde su amante Gabriella (Jennifer López) trabaja de niñera con la ayuda de su compañero de poker Victor Sparsky (Michael Caine). Pronto lo que parecía un plan perfecto se torcerá por los celos de Suzanne ( Judy Davis) esposa de Alex y de la antipatía de su hijastro Jason (Stephen Dorff).
Como se puede comprobar por el argumento, la cinta bebe de las fuentes más clásicas dentro del género negro como son una femme fatale que trae de cabeza a todos los hombres que se acercan a ella, y la codicia por hacerse con un objeto valioso que hará que la desconfianza y la violencia no tarden en surgir.
Uno de los elementos a destacar es la interpretación llevada a cabo por sus principales actores. Nicholson aquí va con el piloto automático puesto en la mayor parte del metraje, y pese a ello consigue una actuación convincente sin ser de sus mejores papeles. En cambio su compañero de reparto Caine consigue una mayor atención por parte de la audiencia, robando cada una de las escenas en la que ambos intérpretes comparten plano. Ya solo por eso merece darle una oportunidad a la cinta, por ver juntos a dos grandes artistas.
En cuanto a los secundarios Dorff realiza aquí una de sus mejores interpretaciones, y demuestra que si se le dan buenos papeles saca el talento que tiene. Lástima que su carrera haya tenido tantos altibajos, lo que le ha llevado a trabajar con directores de prestigio como Michael Mann en Enemigos públicos u Oliver Stone en World Trace Center y otros realizadores con menos talento como Uwe Boll, uno de los peores directores de la historia del cine, en Alone in the dark. En lo que respecta a López hace una actuación apañada, y aquí desempeñó uno de sus primeros roles dentro del thriller y que repetiría poco después en Giro al infierno, una de sus mejores cintas sin duda alguna, o Un romance muy peligroso, en la que hace su mejor papel.
La cinta es correcta pero de nuevo tiene el problema que tenía El cartero siempre llama dos veces, y es que Rafelson no termina de cerrar de forma satisfactoria el film. Ya le pasó en el remake de la novela de James M. Cain, película curiosa pero que pierde si se la compara con la original interpretada por Lana Turner y John Garfield. Lo que resulta una pena puesto que tanto su versión de El cartero siempre llama dos veces como Sangre y vino, tenían todos los factores necesarios para haber sido mejores y se quedan a mitad de camino.
Al guión se le podía haber sacado más partido, apenas hay giros y sorpresas que consigan desconcertar al espectador. Es todo bastante lineal, desde que comienza la cinta la audiencia ya sabe como puede acabar la misma, lo que hace que resulte bastante predecible algo que no es habitual dentro del thriller. Que se caracteriza por que el espectador trate de adivinar quien es el culpable, o quien se llevará el botin tras el que todo el mundo va detrás.
Un film menor dentro del thriller y del género negro que se salva por las interpretaciones de sus actores. Resulta entretenido sin más, muy lejos de otras cintas realizadas en los noventa como La última seducción, Red Rock West o Palmetto (Seducción letal) por citar tres ejemplos estrenados en esta década.
A continuación el trailer:
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