miércoles, 19 de junio de 2024

libro: La otra Disney. Volumen 2 (1968-1989)

No hay duda de que Disney, forma parte de la vida de muchos aficionados al séptimo arte y que crecieron con las producciones de la casa del ratón. Ya sea con sus películas en vídeo, ya sean de dibujos animados o no, o con sus series animadas para televisión. En este segundo volumen, se analizan aquellas producciones de imagen real que fueron lanzadas una vez que Disney falleció, algunas corriendo mejor suerte que otras, tal y como se explica en la entrada de hoy.


Escrito, tal y como sucedió con el anterior volumen, por Alberto Corona y cuya reseña podéis encontrar aquí, el autor analiza y reseña de manera bastante pormenorizada, aquellos filmes que fueron realizados en los años que indica el título, siendo en su mayoría de imagen real, quedando de esta forma fuera los de animación, pese a que los mismos se nombren de pasada.

Me cuesta ser objetivo e imparcial, con este tipo de ensayos. Ya sea porque muchos de los filmes aquí analizados forman parte de mi vida, bien sea porque les tengo un cariño especial o, pura y simplemente, porque me encantan ya que los vi en un determinado momento y su visionado me marcó.

Uno de los ejemplos a lo dicho en el párrafo anterior, sucede con Se nos ha perdido un dinosaurio. Cinta que vi siendo niño y que, cada vez que podía, volvía a  alquilar para verla de nuevo. No es la mejor película de la historia de la compañía, ni mucho menos, pero, que demonios, ver a Peter Ustinov haciendo el ganso caracterizado como oriental, o ver a las niñeras repartiendo estopa ya merece la pena su visionado.

O Pedro y el dragón Elliot. Aquí no puedo estar de acuerdo con la opinión del autor. Ya he dicho hace un párrafo, que aquí cuesta ser imparcial. Es una película de mi infancia, hace poco la pude revisar y, si bien su recuerdo sigue siendo el mismo, ahora con el paso del tiempo puedo ver parte de los fallos que son señalados por Alberto. Pese a ello, es una cinta que siempre tiene un lugar especial dentro de mi corazón y memoria cinéfila.

Y es aquí, tal y como indica Alberto, que se puede acusar a la peli de racismo. Estamos hablando del año 1975, y por aquella época aún estaba normalizado, aunque cada vez menos, que actores occidentales encarnasen a asiáticos. Baste citar como ejemplos a Mickey Rooney en Desayuno con diamantes o a John Wayne en El conquistador de Mongolia, dando vida a Gengis Khan. Es por lo que hoy día, no se puede ver a esta producción con los mismos ojos que cuando se lanzó hace casi 50 años.

A lo largo de sus poco más de 600 páginas, el autor analiza un buen puñado de cintas. Ya que no solo nos vamos a encontrar con las principales que forman parte de cada capítulo, sino que, dentro de las mismas, nos encontramos con más. Como si se tratase de las famosas Matrioshkas rusas, una película guarda dentro de si otra, por lo que nos vamos a ir encontrado con tres o cuatro cintas analizadas a la vez, hasta volver a la que se estaba analizando desde un principio. Pero que esto no os asuste, ya que la prosa de Alberto hace que podamos seguir el hilo de lo que está analizando, sin que en ningún momento llegue a confundirnos.

Algo que me sorprendió saber, o que había olvidado, y que pude descubrir a lo largo de sus páginas, es que hay intérpretes o guionistas que trabajaron para la compañía del ratón. Así pues, Jodie Foster formó parte de la factoría Disney, en títulos como Viernes Loco o El secreto del castillo, estando acompañada en esta última por David Niven. En cuanto al capítulo de guionistas, sorprende saber que dos personas tan alejadas a Disney, como pueden ser Stuart Gordon y Brian Yuzna, formaron parte del guion de Cariño he encogido a los niños. Y es que, tal y como reza la canción "la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida".

Si algo queda claro a lo largo de este volumen, es que a Disney, desde que falleció su creador, le costó encontrar su camino, ya que si bien algunas de sus propuestas eran éxitos de taquilla, algunos inesperados como Los más torpes del Oeste, en otros les costaba a duras penas conseguir recaudar su presupuesto. Y, pese a ello, hoy parte de esas cintas son consideradas clásicos de culto, baste citar El abismo negro. En su momento no tuvo mucho éxito, pero, con el transcurrir del tiempo, se ha convertido en uno de los clásicos de Disney de primeros de los ochenta, tal y como ocurre con Condorman, simpática mezcla del cine de superhéroes y James Bond, o El carnaval de las tinieblas, incursión dentro del género de terror por parte de la compañía, que se unía a otros filmes de la misma compañía como Los ojos del bosque, La montaña embrujada o la ya citada El abismo negro.

En esto hay que aplaudir a la compañía, ya que con el transcurrir de los años iba arriesgándose a la hora de ofrecer a la audiencia producciones alejadas de los musicales o comedias, amén de las de animación, y que conformaban la seña de identidad de la casa del ratón Mickey. Lo que, con el pasar de los años, fue evolucionando a sellos dentro de la compañía como Touchstone o Buena vista. Que estaban en Disney, pero que ofrecían propuestas para el público no infantil.

Como no podía ser de otra forma, a lo largo del libro encontramos no pocas fotografías, ya sean de instantes del film que se está analizando, o alguno que se cita, o los ya famosos fotocromos que servían para acompañar al film en el momento de su lanzamiento en la gran pantalla. Lo que hace que los recuerdos vuelvan a acudir a nuestra mente.

He de decir que, a medida que iba leyendo, no podía sino dejar de admirar el trabajo de investigación que ha tenido que llevar a cabo Alberto a la hora de sacar adelante el proyecto. Han debido de ser horas de visionado de cintas, pero también de ir investigando las numerosas citas a pie de página que nos vamos a ir encontrando en los diferentes capítulos que conforman el ensayo.

Este es un ensayo que, a lo largo de su lectura, nos mantiene con una sonrisa en la boca constante. Nos recuerda, al menos en mi caso, a aquellas tardes de videoclub en el que mirábamos las cintas blancas de Disney y nos costaba escoger que título alquilar para el fin de semana. Y es por eso que, si tuviera que escoger un olor que identificase al libro, sería a nocilla y zumo, o chucherías y coca cola, que era como se veían esas pelis.

Una vez más, felicitar desde aquí a la editorial por editar este tipo de ensayos, que están hechos para gente que nos criamos en los videoclubs y que amamos al cine. Y eso es algo que transmiten los diferentes autores, consiguen contagiarnos su pasión por lo que estamos leyendo.


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