Muy buenas a todos. Tal y cómo ocurrió hace unas entradas, hoy de nuevo os comento la secuela de una trilogía de terror y que formó parte de las primeras reseñas de este blog. En este caso, voy a explayarme más que en aquella ocasión. Así, su realizador vuelve a contarnos una nueva historia sobre las tres madres siendo en esta ocasión la elegida la Mater Tenebrarum. De esta forma, hagamos un viaje que transcurre entre Nueva York y Roma para saber más acerca de esta bruja que vive entre los hombres desde hace mucho tiempo. ¿Listos? Allá vamos.
Dirigida en 1980 por Dario Argento que también se encarga del guión, la trama nos cuenta como la poetisa Rose Elliot, Irene Miracle, viviendo en Nueva York se hace con un extraño libro que le informa de la existencia de las tres madres y sospecha que una de ellas puede vivir en su edificio. Para ayudarla en su investigación contacta con su hermano Mark, Leigh McClousky, que vive en Roma.
Con estas breves líneas se puede resumir el argumento de la cinta. Por supuesto que hay mucho más, pero prefiero no estropearos alguna de las sorpresas y muertas que el realizador italiano tiene reservadas a los espectadores, fallecimientos que por otra parte son bastante violentos y en la que intervienen los elementos afilados, los cuales son una constante dentro de la filmografía de Argento.
El problema principal del que hace gala esta película es la irregularidad de la que hace gala. A lo largo de su metraje hay altibajos, algo que no ocurría en Suspiria. Hay momentos en los que se producen baches en la narración, y no son pocos los que aparecen. Tal vez el problema sea, en opinión de quién esto suscribe, es que la secuela suele seguir la norma no escrita dentro de las secuelas en las que las mismas han de resultar más oscuras que su predecesora. Si hubiera seguido la línea de la primera parte el producto final hubiera sido sin duda diferente.
Pese a ello, el film tiene elementos a destacar. Uno de ellos vuelve a ser el diseño de producción y el uso de colores que ya aparecían en Suspiria. Una vez más, Argento y sus directores de fotografía y diseño de producción consiguen crear en la audiencia una sensación de claustrofobia con el uso de decorados y los colores, que ya eran un elemento esencial en la primera parte de esta trilogía de terror.
Otro elemento a resaltar es, como no podía ser de otra forma, las muertes que se van produciendo a lo largo del metraje. Argento no se corta a la hora de mostrarlas, creando antes de los fallecimientos de las víctimas una sensación en los espectadores de que algo está a punto de ocurrir, anticipando así a la audiencia y al futuro cadáver de que algo está a punto de suceder. El silencio es importancia en estos momentos, prescindiendo de esta forma de los típicos golpes de sonido o música típicos de las películas de terror.
Dos son mis momentos favoritos dentro de esta cinta, el primero de ellos tiene como protagonista a Rose y su inmersión en busca de una pista de la localización de las tres madres. En un sótano inundado, Rose bucea en un salón inundado donde encuentra un elemento que confirma sus sospechas. Es un momento muy sencillo, pero rodado con tensión y buen pulso por Argento siendo uno de los mejores momentos con diferencia de esta producción.
El segundo momento tiene como protagonista al librero Kazanian, Sacha Pitoeff, que vive próximo al edificio donde transcurre la acción y que transcurre en Central Park mientras tiene lugar un eclipse lunar. Un instante bastante violento y que aquellos que tengáis pánico a las ratas sin duda lo vais a pasar bastante mal, puesto que estos roedores tienen bastante importancia en la secuencia.
Es un film fallido, por debajo de su predecesora y sin duda mucho mejor que la cinta que cierra la trilogía, sobre la que será mejor correr un tupido velo. Tal vez el principal problema de esta secuela, es que tira más hacia el misterio que por el terror. Así, se aleja por completo del tono establecido en Suspira que era un cuento de hadas destinado para adultos al fin y al cabo.
Y es una pena, puesto que se le podía haber sacado más jugo a la historia. Si se hubieran pulido algunos elementos el resultado final hubiera sido, sin duda alguna, muy superior a lo que al final acabó siendo. Ojo, con esto no quiero decir que se trate de un film horrible puesto que está a años luz de serlo, pero estos fallos juegan en contra de una cinta bastante interesante.
A modo de curiosidad, dos de las actrices presentes en Suspiria Daria Nicolodi y Alida Valli, vuelven a repetir en Inferno pero con otros roles. Mario Bava se encargó de los efectos especiales y Keith Emerson sustituyó a Goblin en la música, estableciendo otro tono distinto al que el famoso grupo de música dio a Suspiria.
Cinta irregular pero que merece darle una oportunidad. Cuando la vi por primera vez no me acabó de convencer del todo, ayer la volví a ver y me gustó algo más que en su primer visionado. Tal vez el recuerdo de Suspiria juegue en su contra, ya que hablamos de una de las mejores cintas del género de terror y sin duda uno de los mejores trabajos de terror. Si os gusta el cine de terror con temática de brujas y no la habéis visto, dadle una oportunidad. Si ya la visteis en su momento, nunca es tarde para volver a verla.
Espero que os haya gustado la entrada de hoy.
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