La vida puede cambiar en cuestión de segundos. O si no que se lo digan al protagonista de la entrada de hoy, un profesor de universidad cuya adicción a las drogas y al alcohol le llevaron a cometer un crimen por el que actualmente cumple condena en prisión. Un libro que ofrece a los lectores la cara más humana de los prisioneros. Desde aquí dar las gracias a la editorial por hacerme llegar un ejemplar de cortesía para hacer la reseña.
Escrito por Curtis Dawkins, el libro se compone de 14 relatos independientes entre sí, con mayor o menor extensión, pero unidos por el nexo común de estar narrados en primera persona, salvo dos, y por ofrecer a los lectores las facetas menos violentas de los habitantes del hotel Graybar. Sinónimo al que se referían aquellos hombres que se avergonzaban de su estancia en la institución penal y lo llamaban así para hacer creer a amigos y familiares que se hallaban fuera de la ciudad. Como es norma habitual en el blog haré un breve resumen de cada uno de los relatos:
- La prisión del condado: el relato con el que se abre el volumen está narrado en primera persona y nos narra el día a día de los presos dentro de su celda y la relación que se establece entre ellos. Esta historia marcará el estilo del resto: su narrador será anónimo y no sabremos nunca su nombre, salvo en tres casos . Buena forma de iniciar el libro a pesar del amargo final.
- Un número humano: narrado en primera persona, donde un preso llama a números de teléfono al azar para mantener conversaciones. Uno de los mejores relatos del libro. Sencillo, bien escrito y con una historia muy bien narrada, en la que el preso tan solo busca comunicarse con el exterior para de esta forma abandonar, aunque sea por unos breves instantes, la monotonía de su día a día en la prisión.
- Sunshine: George, compañero de celda del narrador de la historia, recibe la triste noticia que su novia Sunshine está enferma de cáncer. Un relato breve en donde el lector puede sentir la tristeza de George al recibir semejante mazazo, tanto por la perdida de un ser amado como por lo que implica el perder el que parece ser, su único vínculo con el mundo exterior. Con pocas páginas el autor consigue emocionar y hacer sentir a los lectores la soledad del preso al perder a una persona importante para él.
- Serie de sobremesa: a diferencia de los relatos anteriores, éste está narrado en tercera persona. Arthur es un preso que van con una capa, en una de sus visitas al psicólogo acude a una videoconferencia con un juez para determinar su estado mental y su posible cambio de prisión. Un buen relato que vuelve a mostrar el lado más humano, a la par que algo inocente, del protagonista de la historia.
- El chico que soñaba demasiado: un grupo de presos es trasladado de una prisión a otra, en donde pasarán la cuarentena hasta que les asignen una prisión definitiva. De nuevo el autor vuelve a usar la primera persona para narrar a los lectores las relaciones entre los presos trasladados y los nuevos compañeros provisionales, hasta conocer cual será su nuevo destino. Otro de mis relatos favoritos del libro, y que de forma sencilla nos cuenta como estos hombres se relacionan entre ellos y las amistades que surgen a pesar de sus diferencias.
- 573543: un comercial de envolturas cárnicas rememora los sucesos que le llevaron a acabar en prisión, y su relación con su compañero de celda Picón, cuyo objetivo es fugarse. Mediante el uso de flashbacks y con el uso de la primera persona, el narrador juega con dos líneas temporales que nos permite conocer algo más sobre su pasado y como su vida se arruinó por el consumo de drogas. Uno de los relatos donde se puede notar el carácter autobiográfico del autor, en un relato en el que el uso de los estupefacientes tiene una gran importancia.
- En la sala común con el Pestes: mediante el uso de la primera persona, el narrador cuenta a los lectores la historia de Pestes, un preso con un olfato muy sensible y que tal vez sea inocente de verdad, y no como los que aseguran serlo en la prisión. Un relato algo más flojo que sus antecesores, pero que aún así resulta lo bastante interesante para enganchar a los lectores, y en el que la sombra de la duda acerca de la inocencia de Pestes está presente en los pensamientos del narrador.
- Cisnes: de nuevo usando la primera persona, el autor nos cuenta los pensamientos de un preso al fumarse un porro, y los recuerdos que le traen de su adolescencia y su relación con Crash, un tullido vendedor de marihuana y que se dedicaba a la cría de cisnes. Otro de los relatos que más me gustaron, y en el que a través de los recuerdos de su protagonista conocemos como era su vida antes de entrar en prisión, sus amistades y sus sueños de adolescente. Una historia sencilla y cargada de sentimiento, sobre todo en su tercio final.
- El mundo de fuera: un preso imagina una historia entre una chica y su novio, mientras ve un partido de béisbol por televisión. Unas pocas páginas le valen al autor para hacer volar la imaginación del protagonista de la historia. Un relato sencillo y donde el autor hace que el protagonista imagine el destino de dos personas a las que no conoce, y a las que ha visto de forma breve mientras veía un partido en su celda. Una vez más la primera persona es usada por el autor para narrar.
- Seis fotos de un incendio nocturno: Catfish, el protagonista y narrador de la historia, se dedicaba a limpiar escenas de crímenes antes de entrar en prisión. Un día al limpiar un escenario se queda mirando seis fotografías en donde se apreciaba un incendio nocturno. Un relato que no me acabó de convencer, ya que la historia no resulta tan atrayente como el resto que forman parte del libro. Una historia que no te llega a atrapar en ningún momento, y que resulta bastante floja si la comparamos con otras.
- Mo Depakote: después de que en una prisión decreten que los cigarrillos quedan prohibidos, dos presos comenzarán una relación de amistad. El narrador de la historia y Maurice, quien acabó en la cárcel debido a las drogas. Otro gran relato por parte del autor, que vuelve a contar una buena historia, en la que dos hombres se apoyarán en los momentos dificiles.
- Hermano ganso: de nuevo el autor usa la primera persona para contar, de forma breve, como un ganso muere desangrado al engancharse con la concertina, unas hierbas afiladas. Aquí claramente se puede ver la metáfora entre el ganso y el hombre que quiere escapar, en un caso el animal muere desangrado por las hierbas afiladas, mientras que el hombre lo hace por los disparos del guardia encargado de la vigilancia. Otro de los relatos que no me acabó de convencer del todo, y no es que esté mal escrito, pero de nuevo la historia que cuenta el escritor no me termina de atrapar como si han hecho otras.
- Acorralado: en la penúltima historia del libro, el autor nos cuenta como las personas que entran en la cárcel imaginan otras vidas que no eran la suya antes de entrar en prisión, como han de aprender a mentir y como, en ocasiones, han de aprender a no juzgar las historias que les cuentan si no quieren que lo que han desvelado se vuelva en su contra. Otra historia que me gustó mucho, tanto por los dos protagonistas principales como por como está contada. Aquí, a diferencia otros relatos, conocemos el nombre del protagonista que se llama Steven.
- Leche quemada: el relato que pone fin al libro está contado en tercera persona, y en donde el autor nos narra la vuelta a su casa de un preso que ha salido de prisión e intenta volver a acostumbrarse a su vida diaria, una vez ha salido del que ha sido su hogar durante los últimos años. Una historia bonita y que se supone un buen broche al resto de historias. Tal y como ocurrió en la historia anterior, aquí volvemos a conocer el nombre del protagonista de la historia, en este caso llamado Clyde. El relato toma el nombre de unos caramelos que unos compañeros mexicanos de prisión del protagonista, hacían para sacarse un dinero extra dentro de la cárcel.
Un buen libro de relatos donde a diferencia de los escritos por Edward Bunker o Malcolm Braly, ya reseñados aquí, el autor prefiere centrarse más en las relaciones entre los presos y como les cambia su estancia en prisión que por las rencillas y peleas que hay dentro de los muros. En las historias que forman parte de Hotel Graybar, la violencia queda relegada a un segundo plano y son las historias humanas las que tienen más importancia.
Tal vez por esto los que esperen unas historias más viscerales o sangrientas quedarán algo decepcionados. Pero es precisamente esto por lo que merece la pena recomendar este libro. Por ofrecer a los lectores una visión más humana, que no edulcorada, de la vida entre rejas de estos hombres.
No resulta complicado ver en los diversos protagonistas, a una extensión del autor y como a través de los mismos intenta contarnos a través de sus diversos alter ego como es su estancia en prisión. Con ellos intenta aliviar parte de la culpa por haber cometido el crimen que le llevó a estar entre rejas.
El libro es un buen debut por parte del autor, que esperemos siga publicando y mantenga el nivel mostrado en estos relatos.
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