El mundo del cine y la literatura tiene buenos ejemplos del género carcelario que nos ofrece, en la mayoría de los casos, una visión dramática de la vida de los reclusos dentro de esta edificación. La entrada de hoy vuelve a estar ambientada dentro de una penitenciaria, en donde los caminos de los reclusos se entrecruzan en la prisión San Quintín en los años 60.
Escrito por Malcolm Braly en los años 60 y con epílogo de Jonathan Lethem, la novela es un mosaico de las relaciones que establecen dentro de los muros de la penitenciaria de San Quintín, lugar gobernado por Hielo Willly y que cuenta con la ayuda de Nunn, Sociedad Rojo y Gasolino que es quién se encarga de cobrar las deudas que otros reclusos adquieren con el criminal. Pero los lectores también se encuentran con otros reclusos como el sociopata Palo, líder de una banda imaginaria, y los más tranquilos Juleson o Manning.
Tal y como ocurría con Edward Bunker, Malcolm Braly conoce de primera mano como es la vida en prisión. El autor utiliza su experiencia para mostrar a los lectores, un lugar donde apenas hay sitio para la esperanza y nos presenta una sociedad interna en donde el empleo en el que pasar las horas, el ejercicio, la importancia de hacerse un nombre dentro de los muros, los sobornos o los trapicheos no son tan diferentes al mundo exterior del que estos hombres han sido aislados al cometer su delito.
Cada una de las historias de los reclusos son narradas por separado a los lectores, pero pronto cada una de ellas comienzan a converger en un solo punto. Poco a poco Braly ha ido tejiendo una telaraña, y los lectores han caído en ella sin darse cuenta. Nos ha ido atrapando de manera sutil con las historias de sus protagonistas, y cuando nos queremos dar cuenta ya resulta imposible escapar de la lectura.
Braly apenas nos muestra escenas donde la violencia física hace acto de presencia, salvo alguna que otra escena suelta, para centrarse más en la psicología de los personajes. Al autor le importan más sus actos y la forma en que se relacionan. A través de los 22 capítulos que integran el libro, el escritor nos ofrece una breve historia de los principales protagonistas de la novela, y los motivos que les hicieron acabar entre rejas. Braly se centra poco en su pasado y lo hace más en el presente y en su día a día en la prisión, que es lo que de verdad le importa.
Al hablar del género carcelario resulta imposible no hablar a la vez de la autoridad que vigila a los presos. Pero aquí las figuras del alcaide y los guardias quedan en un segundo plano, hasta que a raíz de un suceso ocurrido con uno de los presos las figuras autoritarias comienzan a ganar más importancia, especialmente el capitán de los guardias. Los trabajadores del estado tan solo pueden intervenir ante los hechos graves, mientras tanto permanecen alejados de este universo que intentan controlar pero que no consiguen hacerlo.
De igual forma existen otros elementos que permanecen unidos a la cárcel. Uno de ellos es la homosexualidad, evidente en algunos casos como en Sociedad Rojo o reprimida como en Hielo Willy. En la prisión los hombres echan de menos el contacto con otro cuerpo, por lo que han de acudir a otros hombres para volver a sentirlo. Unas veces de forma consentida con el otro preso, otras recurriendo a la violencia. Pero al hablar de prisión es hacerlo también de cigarrillos, que funcionan como moneda de cambio en las apuestas que tienen lugar en la penitenciaria; de la lucha que se establece por querer derrocar al rey que domina el mundo de los criminales o de los delincuentes que no conocen otra vida que no sea la que hay dentro de estos muros.
Con un estilo narrativo ágil y en ocasiones no exento de un humor bastante irónico, Braly nos ofrece una gran novela acerca de la vida en prisión en el San Quintín de los años 60. Algo que me sorprendió fue la ausencia de negros en la misma y que el tema del racismo apenas se aborde, algo que por el contrario si hizo Bunker en algunas de sus obras. Pero es algo que se puede pasar por alto, si uno no es demasiado quisquilloso con las obras ambientadas en la cárcel.
Sí os gustaron las novelas de Edward Bunker y las cintas de temática carcelaria os gustan, no lo dudéis y dadle una oportunidad. Seguro que no os arrepentiréis.
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