Hoy de nuevo vuelve a aparecer por este blog un autor que ya lo había hecho con anterioridad. Y una vez más, el escritor vuelve a situar la acción en Irlanda en donde transcurría su anterior obra reseñada. La entrada de hoy supuso su debut en la literatura, y desde luego que no podía haberlo hecho de mejor forma al ofrecer a los lectores una novela negra que consigue atrapar desde el inicio y que cuesta soltar hasta que llega el punto final. Un libro en el que la ambición y el crimen son los ingredientes principales, y en donde sus protagonistas intentan escapar de una vida de la manera más rápida posible. Lo que a veces no es la mejor manera de obtener los resultados, como comprobarán a lo largo de su peripecia.
Escrito por Gene Kerrigan el argumento del libro es el siguiente: Frankie Crowe es un delincuente que a duras penas sobrevive dando golpes que apenas le dan beneficios. Cuando decide secuestrar a Justin Kennedy, un abogado, reunirá a su banda pero antes han de contar con el permiso de Jo-Jo Mackendrick, antiguo jefe de Frankie. El ambicioso criminal quiere llevar a cabo el golpe a pesar de las reticencias de su ex patrón. El golpe no tardará en torcerse y la policía comienza a estrechar el cerco a los secuestradores.
Muy buena muestra de literatura criminal, cargada de acción, tensión, diálogos cortos y concisos entre los criminales y no pocas escenas violentas desperdigadas a lo largo de sus páginas. Es una novela donde los personajes tienen una gran importancia, tanto en el bando de la policía como en el de los criminales y los nuevos ricos. Todos ellos están muy bien descritos, y en un par de momentos el autor nos ofrece un par de detalles que dan a entender que la línea que separa a estos criminales de las clases más pudientes es, en ocasiones, bastante difusa. No hay que olvidar que el autor fue periodista antes que escritor y que en sus obras de no ficción hay libros sobre escándalos financieros en su país, por lo que no sería de extrañar que utilizara estos conocimientos a la hora de inspirarse en la creación de alguno de los protagonistas.
La historia de Frankie Crowe recuerda al mito de Ícaro y Dédalo. Crowe como el hijo de Dédalo quiere ascender lo más rápido posible, sin pensar en las consecuencias que ello conlleva. El ser ambicioso le ciega y lo que en apariencia era un plan perfecto, se empezará a torcer hasta que solo haya dos destinos para todos los que han participado en el mismo. Y ninguno de ellos agrada a Frankie. El protagonista es alguien sin apenas moral y que no duda en arrastrar a antiguos compañeros, algunos ya reformados, para que le ayuden a cometer el golpe. En un momento del libro hay un atisbo de luz en la vida del protagonista, y no tarda mucho en desaparecer ya que no duda en dejarlo atrás para conseguir su objetivo de enriquecerse.
Como he mencionado en un párrafo anterior, la corrupción también hace acto de presencia en la novela. Esta está presente en la policía, jueces, banqueros y abogados. Sobre todo en estos dos últimos casos, ya que son los que han de reunir el rescate para la víctima. Y ya se sabe que una mano lava a la otra, nadie hace nada por nada por lo que el conseguir el dinero traerá a la larga problemas. El mundo de estas clases superiores que nos presenta Kerrigan está podrido, desde el policía mira a otro lado para librar a un juez para beneficiarse en un futuro hasta el banquero oculto en la sombra que ayuda a conseguir el rescate para su propio beneficio. Todos ellos miran por su propio interés y beneficio propio.
Los instantes violentos están muy medidos y aparecen cuando son necesarios. Uno de ellos resulta especialmente inesperado y pilla por sorpresa a los lectores. Es un momento que va a marcar el devenir de los acontecimientos y que nos muestra la personalidad violenta e irascible de Frankie. Algo que se sugería en su presentación, aquí queda más que confirmado. Frankie es un personaje que a pesar de su aparente profesionalidad no deja de ser un niño que no ha madurado y se mueve por impulsos. Una prueba de ello lo encontramos en el capítulo que transcurre con un personaje relacionado con su pasado. Su personalidad queda aquí más retratada que nunca.
Mi personaje favorito es el compañero de Frankie, Martin. Es un criminal pero su brújula moral está muy por encima de la de su amigo. En todo momento es quien mejor trata a la víctima, quien intenta evitar la violencia y apuesta por la convivencia pacífica dentro de lo que es un secuestro. Pero una cosa es quererlo y otra que todo salga como uno espera.
A diferencia de La furia, su obra ya reseñada aquí, la Irlanda que nos presenta Kerrigan es la anterior a la crisis que sufrió el país. Era la época boyante, de los pelotazos inmobiliarios y donde las inversiones en los inmuebles estaban a la orden del día. De ahí que la víctima a la que pretende secuestrar Frankie, sea uno de estos nuevos ricos que aprovecharon la oportunidad de enriquecerse gracias al ladrillo y la burbuja inmobiliaria, la cual no tardaría en explotar.
Una novela recomendada para todos aquellos amantes de la literatura negra actual y que supone el reencuentro con un autor que dejó un buen sabor de boca con su anterior trabajo publicado en nuestro país.
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