Steven Seagal fue una estrella del cine de acción durante los 90, cuya fama se ha ido diluyendo hasta acabar haciendo películas directas a videoclub que, si bien le permiten seguir ganándose la vida, no le han permitido recuperar los éxitos de antaño. Salvo un par de cintas estrenadas en cine y que fueron moderados éxitos de taquilla, apenas se le ha vuelto a ver en la gran pantalla si exceptuamos Machete. La entrada de hoy supuso uno de sus intentos de recuperar la fama perdida.
Dirigida en 2001 por Andrzej Bartkowiak el argumento es el siguiente: tras salvar la vida del vicepresidente infringiendo las reglas, el detective Orin Boyd (Steven Seagal) es enviado por su superior a una comisaria situada en un distrito conflictivo. A su llegada se verá envuelto en una trama de policías corruptos, implicados con el misterioso traficante de heroína Latrell Walker (DMX).
Entretenida cinta de acción protagonizada por Seagal, y cuya factura técnica es, sin duda, muy superior a las últimas cintas que ha venido protagonizando. No en vano su director era un reputado director de fotografía, y estaba producida por Joel Silver que tiene en su haber títulos esenciales dentro de este género como Arma Letal o Depredador. Esto sin duda ya merece un voto de confianza, puesto que la mayoría de producciones de Silver ofrecen grandes dosis de entretenimiento.
Además de los actores ya mencionados, en su reparto encontramos entre otros a Tom Arnold y Anthony Anderson, los alivios cómicos de la cinta, Michael Jai White como el villano o Bill Duke como el superior de Seagal. En cuanto a las féminas destacar la aparición de Eva Mendes, en una de sus primeras incursiones dentro del cine de acción y la de Jill Hennessy como la superior de Seagal en su nuevo destino. Como se ve un reparto formado por caras conocidas y que no puedan hacerle sombra a Seagal.
Si bien la cinta cumple como entretenimiento, dista mucho de ser considerada una de las grandes del género de acción. En un par de momentos se incluyen un par de fantasmadas, como Seagal saltando por encima de un coche sin apenas tomar impulso o haciendo una cabriola con una sola mano a pesar de su tamaño, que le restan enteros. En los años 80 y parte de los 90 Seagal no necesitaba de este tipo de cosas para ser una estrella de acción. Pero los tiempos cambian, y Seagal quiso acoplarse a ellos para no quedarse atrás como acabó ocurriendo.
Los momentos de humor tampoco es que sean especialmente divertidos, sobre todo por el intento constante de Anderson de ejercer de secundario chistoso. Muchos de estos instantes, por no decir la mayoría, causan lo opuesto a la sonrisa. Como muestra citar la secuencia durante los títulos de crédito en el que no para de intercambiar chistes subidos de tono y escatológicos con el personaje de Arnold.
Uno de los mejores momentos de la cinta es la pelea final entre los personajes de Seagal y White. Está muy bien coreografiada y White demuestra una gran agilidad a pesar de su tamaño. Es una pena que la carrera de este actor no haya despegado del todo, y tenga que ganarse la vida en películas directas a videoclub. White demuestra ser un buen peleador, no en vano es cinturón negro en diversas artes marciales, que incluyen Karate en diversas especialidades y Taekwondo.
Las persecuciones, como la que abre el film, así como los tiroteos están bien dirigidos y resultan bastante chulos. Es lo mínimo que uno le pide a una cinta de estas características. Sin ser nada espectaculares, resultan lo bastante efectivos y muestran una violencia heredera del mejor cine de acción de los 80.
Esta cinta, junto con Al filo de la muerte, fueron las últimas que Seagal estrenó en cines. Ya por esta época ya empezaba a perder su figura, y según sus últimas producciones y fotografías ya nunca la recuperará. Ahora las películas de Seagal están muy por debajo de lo que hacía en sus primeros años, tanto a nivel técnico como presupuestario. A pesar de ello las sigue haciendo y deben de resultar rentables. Sin ir más lejos, el pasado año estrenó la friolera de seis películas.
Un film con el que pasar el rato y poco más. No se le puede pedir más. En esto al menos cumple y es lo que se le pide cuando uno se enfrenta a su visionado.
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