Muy buenas a todos. Tal y cómo avancé unas entradas atrás, un autor vuelve a aparecer en este blog por cortesía de la editorial Sajalin, que ahora está editando sus libro. El lunes me llegó un ejemplar de cortesía y lo acabo de terminar hace pocos minutos, por lo que la reseña estará muy reciente. Una vez más este escritor vuelve a sumergirnos en el lado oscuro de la vida criminal de América. Pero no adelantemos acontecimientos todavía, acompañadme a un viaje donde iremos de la mano de su protagonista por un viaje por el lado oscuro estadounidense. Listos? Allá vamos.
Escrita por Edward Bunker en 1973, la trama es la siguiente: después de pasar ocho años en prisión Max Dembo sale de la cárcel con un objetivo en la cabeza: el de intentar reinsertarse en la sociedad y dejar de lado su vida criminal. Pero tras intentarlo una y otra vez sin resultados, volverá a hacer lo que mejor sabe: delinquir.
Muy buena novela de Bunker, de las tres que he leído hasta ahora ha sido la segunda que más me ha gustado tras su autobiografía. Una vez más, el autor vuelve a contar la historia en primera persona, para que los lectores sean testigos de las diversas peripecias que le acontecen a Max. Este personaje, lejos de caer simpático o hacer que sientas empatía o lástima por él, es un cabrón de padre y muy señor mío. No es que sea un psicópata, pero solo conoce el lado duro de la vida y así nos lo demuestra en la mayoría de las páginas, salvo en un par de instantes donde parecen aflorar sentimientos a la hora de ayudar a antiguos amigos o de enamorarse de una mujer.
El libro bebe y mucho de la literatura negra, algo que se nota según vamos avanzando en su lectura. No es complicado identificar a Dembo con los criminales de obras cinematográficas de los años 50 y 60. Al igual que ellos Dembo quiere vivir de forma salvaje, beberse la vida de un solo sorbo sin importarle las consecuencias que ello conlleva. No resulta nada complicado el ver al protagonista como una extensión en papel de lo que fue la vida real de Bunker.
El lenguaje que utiliza Bunker es ágil, sencillo y soez. Algo normal, si hay que describir una escena sórdida o bestia, el autor no se va a cortar a la hora de narrarnos el susodicho momento. Esto no es literatura romántica, por los que aquellos que no toleran el lenguaje soez o partes violentas y con sexo, mejor que no se acerquen a esta novela. Ya que pueden abandonar su lectura a las pocas páginas de haber iniciado la misma, lo que es una pena ya que se están perdiendo una gran obra.
Los instantes de acción, y hay unos cuantos a lo largo de la novela, son crudos, violentos y muy bien narrados. En toda narración criminal ha de haber golpes donde los hampones vayan a un lugar donde obtener beneficios para seguir con su estilo de vida. Son instantes en los que no hay lugar para medias tintas: utilizan lenguaje soez, amenazan con armas, solo tienen un objetivo en mente: el de coger lo que han ido a buscar, el cómo lo consigan ya es otra cosa.
Bunker con esta novela consigue engancharnos casi desde el principio, desde que somos testigos de la salida de Max de la cárcel hasta su final, que por supuesto no voy a desvelar. Durante sus poco más de 400 páginas, acompañamos a Max en sus diversas peripecias. Somos testigos silenciosos de lo que le va ocurriendo, y de cómo la percepción que teníamos de él en un principio va cambiando según las circunstancias que le rodean también lo hacen.
En definitiva, una lectura muy recomendable si os gustan las novelas criminales bien narradas y con un ritmo vertiginoso. Cómo es característica en las obras de Bunker, aquí apenas hay buenas personas. La mayoría de personajes que pululan aquí son todos criminales, ya que es casi la única vida que conoció Bunker durante gran parte de la suya.
Espero que os haya gustado la entrada de hoy.
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