Ah el bosque, lugar donde se desarrollan bonitas escenas bucólicas, espacio donde tienen cabida pasajes románticos, donde uno puede encontrarse bonitos animales para fotografiarlos o cazarlos, y también buscar setas. Pero también donde se desarrollan ambientes de pesadilla y de terror, tal y como ocurre en varias cintas y libros de terror, como el de la entrada de hoy escrito por uno de los autores que está viviendo una época dulce en lo que a publicar horror se refiere. Así pues viajemos a Estados Unidos para ver que nuevas maldades ha pensado para sus protagonistas.
Escrito por Tony Jiménez, con prólogo a cargo de Emilio López, un postfacio a cargo de Tamara López y unas increíbles ilustraciones interiores obra de Juan Alberto Hernández, que se ocupa también de la portada, la obra nos cuenta como los Emerson, padre e hijo, acuden a la que fue localidad de su progenitor Bluefield en Virginia Occidental, para un fin de semana de caza con un antiguo amigo del progenitor junto con dos conocidos más. Pero lo que se suponía una jornada tranquila, no tardará en volverse una pesadilla a medida que se internen en el bosque, donde nada es lo que parece.
Una vez más el autor vuelve al género de terror, donde se ha desarrollado su carrera literaria, para ofrecer a los lectores una obra en la que los sucesos se van desarrollando poco a poco, así como la violencia y la sangre, para ir preparando a los leyentes ante lo que está por venir. Mientras tanto nos va presentando a los personajes, y vamos conociendo las motivaciones y las relaciones que tuvieron en el pasado.
En ese aspecto tanto Douglas Emerson, el protagonista, así como Joseph Garland, el amigo que propone el fin de semana de casa, son los personajes que están mejor construidos y desarrollados a lo largo de la novela. A medida que avanza la acción, el autor introduce pequeños flashbacks en los que conocemos como se conocieron ambos personajes y como su relación fue cambiando a lo largo de los años, en un suceso que hizo que su amistad se viera puesta a prueba y que perdieran el contacto hasta que se reencuentran en este fin de semana.
Los otros personajes no están tan bien desarrollados, y se limitan a ser meros comparsas de los dos protagonistas principales. El autor nos da un par de pinceladas acerca de ellos, lo justo para conocer lo suficiente sobre los mismos y hacer que llegamos a tenerles cierto aprecio. Aún así su papel será relevante en el devenir de los acontecimientos, sobre todo en el tercio final de la obra. Donde el autor pisa el acelerador a fondo, y pone toda la carne en el asador para ofrecernos un espectáculo de violencia, sangre y locura que hará las delicias de los aficionados al terror..
A estas alturas, no descubro nada a los seguidores del escritor de su aprecio no solo a Stephen King, autor al que rinde homenaje de manera más o menos constante a lo largo de su carrera literaria, sino también a otros novelistas como Clive Barker o Lovecraft, aquí más presente que nunca sobre todo en los instantes finales. Donde las criaturas que aparecen, parecen salidas de la imaginación del oriundo de Providence.
Pero no solamente hay guiños u homenajes a los escritores arriba citados, sino también al mundo del comic, con el personaje de un militar llamado Adrian Chase como el protagonista del comic de DC Vigilante, los videojuegos, esa misteriosa niebla a la que se hace referencia en un momento determinado de la acción y que es la puerta a otro mundo tal y como ocurría en Silent Hill, o el cine. Y es que no resulta complicado ver como el lugar donde se desarrolla la acción, guarda no pocas similitudes con cintas como La cabaña en el bosque o Posesión infernal. Lugares en apariencia tranquilos, pero que albergan en su interior verdaderos horrores capaces de acabar con la cordura de cualquiera que se atreva a introducirse en sus dominios.
A medida que se desarrolla la trama, el autor va dando pequeñas pistas de lo que está ocurriendo en el lugar, como de lo que ocurrió entre los dos protagonistas principales, y de lo que puede acabar pasando como finalmente ocurre. Es en los instantes finales donde el autor da rienda suelta a su lado más salvaje, y nos ofrece no pocos instantes cargados de hemoglobina y violencia. Aquí nos demuestra que nadie está a salvo de sus instintos asesinos. Tal vez esto haga soltar algún que otro improperio al ver ciertas muertes, tanto por lo inesperado por como se cometen, pero esto es algo que caracteriza a este autor.
Las ilustraciones que acompañan a la obra son, tal y como he dicho hace unos párrafos, simplemente impresionantes. Y ayudan a los lectores a visualizar mejor el aspecto de algunas de las criaturas que se han descrito de forma anterior. Al ver los dibujos, no pude evitar acordarme de las portadas de Historias de la cripta o de los falsos comics de Creepshow, a los que el ilustrador rinde su particular homenaje a la hora de crear estor retratos de horror.
En cuanto al prólogo y postfacio son el perfecto acompañamiento a la obra, y tanto el uno como el otro sirven para preparar al lector ante lo que está por venir, como de los diferentes campos en los que el bosque ha formado parte de la obra, ya sea cinematográfica o no.
Un libro ideal para esta época del año, ya sea para regalar o autoregalarse y que supone una autentica gozada para los aficionados al terror.
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