Estrenada en 2015, la cinta nos cuenta como el director decide "invadir" diferentes países de Europa y África entre los que se encuentran Italia, Francia, Alemania, Finlandia, Portugal, Eslovenia, Islandia o Túnez para coger lo mejor de ellos e intentar solucionar los problemas de Estados Unidos.
Michael Moore es un cineasta que hace de la ironía y de un uso del montaje criticado por sus detractores, sus dos principales señas de identidad. Es un director que no se corta a la hora de mostrar las vergüenzas de su país y de mostrárselas al mundo entero. Lo que supone una bofetada a todos aquellos que quieran emigrar allí en busca del llamado "sueño americano".
A través de las diferentes "invasiones" de los países mencionados, Moore no da crédito al saber que los trabajadores disfrutan de vacaciones pagadas como en Italia, que el comedor infantil de Francia ofrece un menú variado, como la educación universitaria en Eslovenia resulta gratuita incluso para los extranjeros o como Finlandia acabó siendo el número uno en educación tras ser de los últimos en enseñanza junto con los Estados Unidos. Por ello decide tomar todo esto y llevárselo a su país, para intentar que estos elementos hagan de su patria un lugar mejor.
Claro que esto es un arma de doble filo, puesto que Moore solo enseña lo bueno y obvia lo malo. Tal y como se dice en un momento del documental se "recogen las flores y no las malezas". Y esto es algo que los detractores del director utilizan para criticarle, con mucha razón, ya que los países que "invade" a lo largo del metraje tienen sus propios problemas.
Lo más irónico de todo es que todas estas soluciones que Moore quiere llevarse, tuvieron su origen en los Estados Unidos. Los países "invadidos" las pusieron en práctica y las mejoraron. Las soluciones ya estaban ahí, pero no se supieron ver o aplicar. Algo de lo que el director toma buena nota.
Michael Moore es un personaje peculiar. Como se suele decir "si no existiera, habría que inventarlo". Moore es un sujeto al que le gusta el "salseo", alguien a quien le gusta tocar las narices, por decirlo de manera educada, y mostrar al mundo aquello no le gusta de su país. Es un director que cuenta con seguidores y detractores, pero es un personaje necesario al menos en mi opinión. Hacen falta cineastas como él para mostrarnos la cara más amarga de los países, no solo de Estados Unidos sino también del resto del mundo. Sin ir más lejos en nuestro país tenemos a Jordi Évole, que mediante entrevistas se dedica a hacer una crítica social de los problemas que preocupan a la sociedad.
Pese a sus horas de duración es un documental que no se hace pesado. A pesar del interesante punto de partida la cinta no termina de ser más redonda, y queda por debajo de otros filmes del director como Bowling for Columbine o Fahrenheit 9/11, sus mejores trabajos al menos en mi opinión.
Un buen documental que permite reencontrarnos con Moore tras un par de años de silencio y que coincidieron con la presidencia de Obama.
A continuación el trailer:
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