Los monstruos muchas veces están entre nosotros. No tienen que venir de las profundidades, de salir cada vez que sale la luna llena, o morder cuellos para mantener la juventud. Algunos de ellos caminan entre nosotros. Basta con asomarse a los noticias para saber de ellos: padres que asesinan a sus hijos y luego entierran los cadáveres; antiguos genocidas que practicaban el canibalismo, etcétera. La entrada de hoy, habla de uno de estos engendros, uno de los primeros asesinos en serie en la historia de los Estados Unidos.
Escrito por Daniel Espinosa, la trama nos cuenta como tras la muerte en la silla eléctrica de Albert Fish, asesino y caníbal, en 1936, su psiquiatra Isaac Prey cree en su inocencia y para ello probará una revolucionaria técnica: reproducir cada uno de los pasos del asesino, para de esta forma pensar como él e intentar descubrir alguna pista para exculpar al que fuese su paciente. Pero esto le llevará a una espiral de locura y a descubrir los ambientes más sórdidos y oscuros de la ciudad de Nueva York.
Novela corta y bastante turbia, que a medida que avanza consigue crear en los lectores una sensación de agobio. Según va avanzando Prey en su investigación, vemos como su cordura se va desmoronando, al ir descubriendo como la gran manzana, el apelativo con el que es conocida la ciudad de Nueva York, guarda en su interior un corazón podrido. Y en cuyo interior alberga horrores que harían palidecer de envidia, o tal vez inspirar, a futuros asesinos en serie como Ed Gein o John Wayne Gacy.
No hay duda que el autor sabe manejar bien las teclas del horror. Y los ambientes que nos muestra pondrán a prueba los estómagos más sensibles. Lo que en un principio parece una novela de investigación normal, poco a poco se va tornando en una pesadilla para Prey. Él cual dista mucho de ser el típico investigador al uso: está viejo, fuera de forma y apenas tiene motivos para seguir viviendo tras sufrir una tragedia familiar. Por ello, al tratar a Fish ve en ello un motivo con el que poder ayudar a alguien a quien cree inocente, aunque ya haya muerto, y seguir adelante con su vida.
El referente que se me venía a la cabeza, sobre todo en los momentos más sórdidos y sangrientos, era La matanza de Texas. El modo en que el autor describe las amputaciones, los instantes de canibalismo, y como se cocinan los miembros amputados, hizo que me acordase de Cara de cuero y su familia. Pero también me acordé de Hannibal Lecter, claro que el psiquiatra caníbal tenía mucho más glamour y elegancia a la hora de matar y cocinar a sus victimas, que los matarifes creados por Tobe Hooper.
Cuando leí el libro, desconocía por completo la existencia de Fish. Al acabar el libro leí un poco más acerca de él en la Wikipedia, y lo que el autor nos ha mostrado es tan solo una pequeña muestra de lo que hizo. Ya que en las cartas que escribió a los padres de dos de sus víctimas, se jactaba de como había matado, descuartizado y comido a sus hijos, en un acto de sadismo sin igual.
Si os gustan los libros que toman como base a un personaje real, para crear una trama totalmente ficticia, no lo dudéis y dadle una oportunidad. Sus poco más de 120 páginas se leen en sus suspiro, y ya desde las primeras páginas consigue engancharnos.
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