Hoy vuelve al blog, un escritor que llevaba tiempo sin aparecer por aquí. Y lo hace, en forma de secuela, de una de sus obras más famosas, que le puso en la mira de los lectores de terror patrios. Así pues, volvamos a Shelter Mountain, lugar en apariencia apacible, pero que es presa de un terror que no es de este mundo, tal y como comprobaran los protagonistas.
Escrito por Tony Jiménez, la trama arranca un año después de los sucesos acontecidos en Cinco tumbas sin lápida. George Campbell cree haber dejado atrás la pesadilla de Shelter Mountain. Pero, cuando las muertes violentas vuelvan a suceder, George, con la ayuda de Mark Knowby, el nuevo sheriff, intentará desvelar el misterio que envuelve al lugar.
Interesante segunda parte, que aumenta la mitología de este pueblo, que perfectamente podía haber sido imaginado por Stephen King. De hecho, no son pocas las referencias al autor de It que Tony va diseminando a lo largo de sus páginas. Ya sea citando lugares o personajes, el escritor de Maine está bastante presente en este libro.
Ya desde las primeras páginas, sabemos que algo no anda bien en la población. Los habitantes perciben una amenaza invisible, que no tardará en hacer de las suyas, sembrando de cadáveres el lugar, hasta lograr su objetivo.
Toda la acción se nos va presentando poco a poco, así como algunas figuras importantes que tendrán su rol en el devenir de los acontecimientos. Uno de estos protagonistas, Wes, es una de las figuras más destacadas de la obra. Alguien cuyo pasado, está bastante ligado tanto a Shelter Mountain, como con George. Wes es un personaje bien construido, alguien que envidia a George y lo que tiene. Se puede afirmar, que es lo que hubiera sido George, si no llega a alcanzar el éxito como novelista de terror.
Otro personaje que me gustó, fue el de Mia, que se convertirá en el interés amoroso de George. Ya desde su aparición, consigue caer bien a los lectores. Algo que se confirma a medida que ambos se van conociendo, ya sea en el momento de la cena, o en el clímax en el hospital. Donde la fémina demostrará ser una mujer de armas tomar.
A lo largo de su trama, nos encontramos con no pocas muertes. Las cuáles están diseminadas a lo largo de la obra. Pero, cuando hacen acto de aparición, ha merecido la pena la espera. Son bastante violentas, gráficas, y la hemoglobina está a punto de traspasar las páginas, y salpicar a los lectores, los cuáles harían bien en ponerse un chubasquero.
Mientras va avanzando la obra, el autor no deja de lanzar guiños a la cultura popular. Ya sea a series como Sobrenatural, o a cierta trilogía protagonizada por Bruce Campbell donde la motosierra tiene un papel fundamental. Además de los homenajes ya citados a King. De esta forma, Tony juega con nosotros, para que intentemos adivinar a que pertenece cada elemento mencionado.
Los mejores momentos, son los que tienen lugar en la comisaria, digno del mejor Carpenter, o el ya citado clímax final, que parece sacado de El más allá de Fulci. Con los muertos vivientes haciendo de las suyas, y matando a todos aquellos que tienen la desgracia de cruzarse con ellos.
Ya en el tercio final, el autor nos presenta a la mayor amenaza a la que George tendrá que hacer frente, y que, sin duda, tendrá un papel determinante en la última parte de la saga. Es en la página final, donde Tony nos deja con la miel en los labios, queriendo saber como sigue la historia. Ya que, a tenor de la conclusión de esta segunda parte, ha dejado lo mejor para el final.
Tony es un autor que le tiene cogida la medida al terror. No deja de visitar los lugares o situaciones comunes del género, ya conocidos por los aficionados al horror. Pero, lo hace de tal forma, que consigue captar la atención de todos aquellos que, en alguna que otra ocasión, se han acercado a su obra.
Si os gustó la anterior entrega, os recomiendo la lectura de este. Un punto y seguido ante lo que está por venir. Un libro donde el terror campa a sus anchas, y en donde no todos los personajes que aparecen tienen garantizada su supervivencia.