Desde que se estrenó El exorcista, los filmes sobre posesiones diabólicas han solido ser una constante dentro del género de terror. Algunas mejores que otras, todo hay que decirlo. Ahora, la nueva cinta de Russell Crowe viene a unirse a este club. Y, he de decir, que me sorprendió, ya que no me esperaba mucho de ella. Me gustó, pero con reservas. Tal y como pienso exponer ahora.
Dirigida por Julius Avery, y escrita por Evan Spiliotopoulos y Michael Petroni según la biografía de Gabriele Amorth, la trama nos narra como el exorcista personal del Santo Padre Gabriele Amorth, Russell Crowe, tras un exorcismo en Italia, es recurrido por el Papa, Franco Nero, para que acuda a la abadía de San Sebastián en Segovia, donde una familia que acaba de trasladarse para su restauración vivirá una pesadilla cuando el hijo pequeño es poseído. El sacerdote no tardará en averiguar, que algo más oscuro y siniestro se oculta tras las paredes del lugar.
Además de los intérpretes del párrafo anterior, en el reparto nos encontramos con Daniel Zovatto, en el rol del padre Tomás Esquibel, párroco local que será de gran ayuda a Amorth; Alex Essoe, dando vida a la joven viuda Julia, que se muda a España; Lauren Marsden, como Amy, hija de Julia y Peter DeSouza-Feighoney es Henry, el niño poseído.
Antes de proseguir con la reseña, he de señalar algo que me hizo mucha gracia por lo ridículo. A poco de empezar, la cámara muestra a la audiencia un paisaje marítimo y con acantilados. En la pantalla nos muestran el nombre de Segovia. Si señor, con un par. Ya que, como todo el mundo sabe, una de las características principales de la ciudad, además de la catedral, el alcázar y su acueducto, son sus lugares escarpados. Si me dices Asturias, te lo puedo comprar. Pero no pongas una ciudad interior, por que no va a colar.
La cinta cumple como film de terror, entretiene y tiene un par de momentos bastante interesantes. Pero, tal y como suele ser norma no escrita dentro de este tipo de producciones, no puede evitar visitar los lugares comunes dentro de las posesiones: ojos amarillos demonio que sabe los oscuros secretos de los protagonistas; blasfemias que harían enrojecer a un sargento de la mili; gente atada a la cama... Por lo menos, no hay vómitos.
Algo que es a su vez, cara y cruz dentro de la cinta, es su protagonista. Crowe lo hace bien, está correcto y se permite soltar varios chistes a lo largo del metraje. Pero esto también consigue el efecto contrario. Ya al final, cuando el enemigo ha sido derrotado, el que fuera protagonista de Gladiator, se permite soltar un chascarrillo, como si se tratara de un héroe de acción. Y eso te saca por completo del momento dramático. Es como si en El exorcista, al morir Karras, el cura que le está absolviendo dijera: jolín Damien, vaya resbalón.
Los mejores instantes de la cinta, además de los momentos del exorcismo, son aquellos en los que los personajes de Amorth y Esquibel, se confiesan los pecados que los atormentan. Estas situaciones de calma, permiten lucir a ambos intérpretes sus facultades dramáticas, a la vez que permiten conocer a los espectadores más sobre ellos, y demostrar que, incluso los hombres más píos, tienen sus secretos.
A tenor de los números en taquilla, puede ser que tengamos más aventuras de Amorth en un futuro. Ya que, es un personaje al que se le puede sacar jugo, mientras las cifras acompañen. Al no haber leído los dos libros autobiográficos, que sacó el propio Amorth, ignoro si comentará o no, más casos de posesiones. Pero, al haber escrito multitud de libros sobre la temática exorcista, seguro que los guionistas encontrarán algún nuevo caso con el que traerle de vuelta. A tenor del final del film, puede ser que ocurra.
Loa efectos de maquillaje, así como los digitales, cumplen. No son horribles, pero tampoco espectaculares. Pero si que tienen un par de instantes chulos, como la primera vez que se encuentran Amorth y Henry, y lo que ocurre con los ojos del chico. Dura apenas un par de segundos, pero está muy bien conseguido ese momento.
Ayuda también que su duración no llegue a las dos horas. Se pasa volando, gracias al ritmo que le sabe imprimir el realizador, y a la buena labor de su reparto.
Si os gustan las cintas de terror de posesiones, o si sois fans de Crowe, os recomiendo su visionado. Es una peli palomitera para pasar el rato y poco más.
A continuación, os dejo con el tráiler de la entrada de hoy:
Una vez más, os dejo con la opinión de Marta sobre la película:
Estupenda crítica
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