Antes de nada, felices fiestas a todos. Cuando un autor cambia de género, o de público, siempre tiene el miedo a saber si el salto que ha decidido dar, ha merecido la pena o no. Tiene el miedo de que su nueva propuesta no cumpla las expectativas, de si el esfuerzo, ganas o ilusión que ha puesto en su nuevo proyecto va a cumplir las expectativas. En este caso, la autora puede estar tranquila. Su nueva obra no solo cumple, sino que además supera lo esperado. Bienvenidos a un mundo mágico. Os doy la bienvenida a Terronírica.
Escrito por Ana Coto Fernández, e ilustrado por Kike Alapont, la trama del libro nos narra como tras un accidente, una niña caerá en un coma, lo que dejará hundidos a sus padres. A la vez, en el mundo de Terronírica, inesperadas alianzas se forjarán para intentar encontrar a la hija del olvido. Un mundo en el que las auras, tienen gran importancia.
Más que interesante libro, en el que la autora da el salto a la fantasía adulta. No solo nos ofrece escenas alejadas del espíritu que hasta ahora ha caracterizado su obra, salvo la que fue su primera novela , y que hasta ahora se reconocía por su carácter claramente infantil, y dedicado a este tipo de público. Pero en la que es, hasta ahora, su última propuesta, decide dar un volantazo para sorprender a sus seguidores con una propuesta diferente.
Una de las primeras cosas a destacar, es como la acción tiene lugar en un amplio espacio de tiempo, y en dos mundos tan distintos. El nuestro y el de los seres mitológicos, que componen las diferentes razas que pueblan Terronírica. Un lugar donde seres tan diferentes, y divididos en diversos mundos, tendrán que aprender a confiar los unos en los otros, si es que quieren tener éxito en su misión para salvar su hogar.
Otro de los elementos a recalcar es la construcción de personajes. Todos ellos tienen su momento de lucimiento, pero sin duda lo mejor de cada uno es como están descritos. La autora nos presenta unos seres que tienen sus luces y sombras. Donde algunos villanos tal vez no sean lo que parecen ser, y los héroes harán pactos de los que, tarde o temprano, se arrepentirán. Pese a que en aquel momento, lo hayan hecho por un bien mayor, aún a sabiendas de que ese trato les pasará factura.
Pero sin duda, lo mejor de la novela son las capas que tiene. Las cuales se van revelando a los lectores, a medida que se avanza en su lectura. Lo que al principio parecía ser una obra destinada a un público adolescente adulto, poco a poco se nos revela como algo más. Ya que trata temas como el amor, la culpa, la soledad o la redención, siendo este último, en opinión de quien esto escribe, el tema central de la novela.
El libro también nos muestra a los vampiros psíquicos, esos seres que disfrutan absorbiendo nuestra alegría o felicidad, o, como sucede en este caso, el aura que nos rodea. La cual varía dependiendo de las personas. Estos seres disfrutan "chupando" nuestra energía, y no van a parar hasta dejarnos totalmente secos, algo que se va demostrando poco a poco en ambos mundos.
El libro va cogiendo ritmo de manera progresiva, hasta que llegamos a la mitad del mismo. Una vez allí, la autora mete el turbo y ya apenas suelta el acelerador, salvo en un par de instantes en los que afloja la velocidad, y lo hace para volver a coger impulso.
Pero si la narración es estupenda, las ilustraciones que acompañan al texto no se quedan atrás. En su nueva colaboración juntos, Alapont vuelve a dar muestras de su talento. Los dibujos son impresionantes, algunos de ellos son bastante chulos. En unas ocasiones son ligeros y amables, pero por contra en otras dan mal rollo, e incluso pueden llegar a asustar. Algo que se ve en los primeros capítulos, en el momento en que ocurre el suceso que desencadena la sucesión de acontecimientos en ambos mundos. Asusta porque lo que se ve es bastante real, y puede llegar a suceder.
Una vez más, como ya hiciera en otras colaboraciones con la autora, Kike prescinde del color. Pero eso no es importante, puesto que el uso del blanco y negro consigue un efecto increíble. La forma en que los trazos están tratados, y reforzados por el uso del rotulador negro, hace que los dibujos tengan bastante fuerza.
Mientras avanzaba en su lectura, me iba dando cuenta de la madurez que ha ido adquiriendo la autora como escritora. Ana da muestras de que puede saltar de un público a otro, aquí ha dado rienda suelta a su lado más adulto, pero sin dejar de lado el toque dulce que caracteriza a su obra. Sigue usando un lado sensible, pero a cambio nos deja ver una parte oscura, que, hasta la fecha, brillaba por su ausencia en sus trabajos anteriores.
Un libro que nos invita a reflexionar sobre la importancia de las relaciones humanas, el amor y el perdón, algo que parecen buscar los protagonistas principales de la obra. El final, que por supuesto no voy a desvelar, lo deja abierto a una futura secuela, ya que pese a cerrar la trama, deja en suspenso algunos cabos sueltos que, sin duda, serán resueltos si en un futuro decide retomar a sus personajes.
Os deseo una feliz entrada y salida de año. Muchas gracias por leerme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario