Los años 80, y parte de los 90, fueron la época dorada de los videoclubs. En sus estanterías los aficionados al cine podían encontrar desde clásicos, hasta los últimos estrenos, y pasando por las diversas exploits, por citar algunos casos. Pero sobre todo, era la época dorada de dos productoras de serie B que hicieron las delicias de los que crecimos en esta época. Una es la Cannon, la otra, es la que voy a reseñar en la entrada de hoy. Bienvenidos a la Empire.
Con prólogo a cargo de Xavi Sánchez Pons, y escrito por John Tones, el libro nos cuenta como surgió la productora Empire, y hace un recorrido por sus producciones más conocidas, como Ghoulies; Dolls; Robot Jox; Re-animator o Re-sonator, así como algunas de las menos famosas, y que no consiguieron alcanzar el estatus que si alcanzaron estos films. En esta segunda categoría, podemos encontrar Territorio enemigo; Un parking muy especial o Movida en Wall Street, por citar algunas.
Si algo caracterizó a Charles Band, fue su absoluto morro a la hora de abordar y dar luz verde a las producciones. Daba igual si el guión estaba escrito, o si no tenían suficiente presupuesto, o si trabajaban tan solo sobre el esbozo de una idea. El amigo Charles quería producir cuantas más cintas mejor. Esto hizo que en algunas ocasiones sonará la flauta, mientras que en otras, el tiro le salió por la culata.
Y es que, si bien en ocasiones como en la ya citada primera aventura del Dr. West, o con los bichejos cabroncetes que surgieron de una invocación de un brujo, contaron con un presupuesto más o menos holgado, sobre todo en el caso del reanimador creado por Lovecraft, lo que se nota en el acabado final, en otras ocasiones el presupuesto era mínimo y, claro está, al final salía un churro. Ojo que hay producciones que con poco presupuesto, pero que con grandes dosis de imaginación han salvado los muebles, pero eso es algo que, por desgracia, no ocurría en la mayor parte del catálogo de Band.
Algo que sorprende en este ameno ensayo, es saber que algunas figuras de Hollywood, como Viggo Mortensen, Stan Winston, Renny Harlin, Lance Henriksen o Helen Hunt, por citar algunos ejemplos, dieron sus primeros pasos cinematográficos de la mano de Band, en alguna de sus producciones. Se podría decir, salvando las distancias claro está, que Band fue una especie de Roger Corman moderno, bajo cuya ala empezaron a despuntar Scorsese, Coppola, Bogdanovich, DeNiro o Nicholson, por citar los casos más famosos.
El presente ensayo está bastante bien documentado, y si bien el autor en algunas ocasiones parece haber disfrutado del visionado de según que cintas, en otras no parece haber pasado lo mismo. Algo que nos confiesa en algunas de las producciones, que son analizadas en este extenso primero volumen. Supongo que no se debe disfrutar igual de Re-animator, que de Escuela de princesas por ejemplo.
Lo que más me gustó del ensayo, aparte de descubrirme lo de las figuras arriba mencionadas, fue el enorme número de carátulas que acompañan a cada una de las películas que se analizan. Algunas de ellas de videoclub, e incluso alguna que otra que hizo soltar un ¡Hostias, que recuerdos! al recordar ver según que cinta expuesta en las estanterías del videoclub.
Si hubiera que ponerle una pega, por decir algo, es que en según que ocasiones el autor utiliza un lenguaje demasiado coloquial. Algo que particularmente no me molesta demasiado, pero que a alguien más purista del lenguaje, y de los ensayos cinematográficos sobre todo, puede hacer que tuerza el gesto a la hora de leer según que expresiones.
Este es un tipo de libro que se disfruta de principio a fin. Y es que el autor sabe hacer participes del entusiasmo y pasión con el que ha escrito su obra a los lectores. Es algo que se nota, uno puede notar el cariño que ha puesto a la hora de transmitir las palabras que tenía en su cabeza sobre el papel.
Además, el ensayo cumple la función de querer descubrir las pelis que se analizan, y comprobar por uno mismo si de verdad son tan malas, o en realidad no lo son. Con este tipo de libros de la editorial, cuando uno lo acaba, le entran ganas de agarrar un buen cuenco de palomitas, unos refrescos y acudir a su plataforma más cercana e intentar descubrir si, por un casual, estuviese disponible alguna de las producciones aquí citadas.
Una vez más, la editorial Applehead lo ha vuelto a conseguir. Lo digo y no es simple peloteo. Es una editorial que cuida su producto, a sus autores y lectores, ofreciendo un producto de calidad y que hace las delicias de los aficionados al cine, y sobre todo, de los que crecimos en la época de los videoclubs.
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