Hay verdades incuestionables: el cielo es azul, el agua moja y Rafael Azcona es de los mejores guionistas españoles de la historia. Su talento a la hora de escribir situaciones hilarantes, pese a que tengan lugar en momentos que no lo son en absoluto, hicieron del escritor riojano un talento sin igual. Desde aquí dar las gracias al autor del libro, por el ejemplar de cortesía a la hora de realizar la entrada de hoy.
Escrito y editado por Luis Alberto Cabezón García, ilustrado por David Urdiales García, y con la colaboración de Sergio Andrés Cabello, Pedro Mª Azofra Peña, Ignacio Faulin Hidalgo y Enrique Cabezón García, el presente volumen supone tanto un recurrido por los primeros años de vida del famoso guionista, como por el Logroño de la época en la que el escritor dio sus primeros pasos, hasta que se mudó a Madrid para ganarse los garbanzos.
Más que interesante libro, divido en 6 capítulos, cada uno de ellos dividido en diversas partes. En el primero de ellos, llamado Azcona suena, el autor del mismo nos presenta los sonidos del Logroño de principios del siglo XX: sus tiendas, bares, escuelas o la plaza de toros, lugares donde el futuro guionista pasó sus primeros años de vida. Estos sonidos se pueden disfrutar en el CD que acompaña al presente volumen, y cuya labor ha sido bastante ardua, y que supone una experiencia inmersiva para disfrutar más la lectura del tomo.
En la segunda parte, dividida en cuatro apartados diversos autores presentan a los lectores diversos aspectos, tanto de la capital riojana, como de las aficiones de Azcona. De esta forma, en el primero de estos apartados, La vista atrás sobre el Logroño de Rafael Azcona, Sergio Andrés nos narra las diversas transformaciones que sufrió la ciudad en los primeros años de vida del escritor. Muchos de ellos siguen en pie, mientras que otros han desaparecido con el paso del tiempo, o ha cambiado con respecto a su localización original. Muy interesante apartado, que permite descubrir la evolución del lugar, así como la vida durante la segunda república y la llegada de la Guerra Civil, y como ésta afectó a la población.
En Ambiente Taurino en el Logroño de los años 40, Pedro Mª Azofra, nos narra la pasión que Azcona sentía por el arte del toreo, así como la relación que tuvo con diversas figuras de la época. Así como de la influencia que tuvo en algunos de sus escritos, donde le rinde homenaje, ya sea en prosa o en verso. Este es un dato que desconocía y me sorprendió, ya que ignoraba su pasión por este mundo.
En La música popular en los tiempos del primer Azcona, Ignacio Faulin nos describe como eran aquellas estrellas que triunfaban en la época, ya sea en zarzuelas, tangos, pasodobles taurinos, jotas, o, de forma bastante especial, coplas. Y como sus voces empezaron a ser grabadas en los antecedentes del vinilo. Pero, si hay una figura que destaca en este apartado, es la del riojano Pepe Blanco. Gran cantante de coplas y que llegaría a protagonizar varias películas junto a la barcelonesa Carmen Morell. Pero todo va evolucionando, y aquellas melodías que acompañaron a Azcona, poco a poco fueron evolucionando hasta la música de nuestros días. Este fue uno de los apartados que más me gustaron, tanto por ver la evolución del género, como por conocer a las figuras más destacadas de estos años.
Para cerrar esta parte, Poemas para matar ilusos, de Enrique Cabezón García, el colaborador nos descubre la faceta más desconocida de Azcona, por lo menos yo la desconocía, como fueron la creación de diversos poemas. y en donde, salvo excepciones, apenas hay humor que fue una de sus señas de identidad. Lo que si encontramos, a cambio, es un gran talento y sensibilidad a la hora de describir situaciones. Pero los lectores encontrarán, a modo de premio, un relato de Azcona escrito para la famosa revista satírica La Codorniz, para su número 697 y que salió el 27/03/55 un pequeño relato, donde aconseja a las familias sobre que hacer en el caso de que uno de sus retoños quiera convertirse en poeta. Aquí se identifica al Azcona más satírico y he de decir que me arrancó alguna que otra carcajada a pesar de su brevedad.
En el capítulo Mapa sonoro, Luis nos va describiendo la infancia y adolescencia de Azcona, narrado en diversos apartados. A lo largo de sus apartados, los lectores disfrutarán de multitud de anécdotas, así como podrán descubrir los lugares que solía frecuentar el famoso guionista. Este es uno de los apartados que más disfrute de todo el libro, no es que el resto no me gustasen, que lo hicieron, pero en Mapa, los lectores podrán descubrir algo más a fondo la figura de Azcona.
Además,que en este apartado tiene el plus de las maravillosas ilustraciones a cargo de David Urdiales,las cuales me recordaron a las realizadas por Mingote. Ya sea retratando edificios o personas, el ilustrador nos permite disfrutar de su talento con los diversos dibujos que acompañan a los textos escritos por Luis.
Logroño en la figura de Rafael Azcona, escrito por Luis, nos descubre las diversas obras en las que aparece la figura de la capital riojana a lo largo de la obra del genial guionista, así como diversas entrevistas mantenidas con el escritor, ya sea por el propio autor del libro, como diversos escritores.
Trilogía logroñesa, escrita por el propio Azcona, es un apartado hecho para disfrutar de su talento. En este capítulo, el propio Azcona nos describe su amor por la ciudad que le vio nacer, así como la influencia que tuvo en su vida.
III jornadas literarias por La Rioja (30 de mayo-3 de junio de 1956) a cargo de Luis, pone el punto y final al libro. En este capítulo, se nos narra el viaje que hicieron tanto Azcona, como otros amigos escritores a lo largo de la comunidad autónoma y alrededores. Disfrutando tanto de su gastronomía como de su cultura. Interesante capítulo y que permite conocer a los lectores algo más sobre esta comunidad autónoma. Incluso aquí hay espacio para el humor, en el momento en que visitan Calahorra. Prefiero no decirlo para que, aquellos lectores que se acerquen al volumen, lo descubran por si mismos y suelten la carcajada de rigor, como hizo un servidor.
Libro que recomiendo su lectura, se hace ligero y todos los autores utilizan un lenguaje para nada cargado de términos técnicos o lenguaje incomprensible. Su extensión, cercana a las 250 páginas, hace que uno lo devore en poco más de dos días, como fue mi caso.
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