Estamos en verano. Época de terrazas, piscinas, playa, diversión y barbacoas. Aquí usamos distintos tipos de carne, ya sea chorizo, morcilla, panceta, etcétera. Usamos materia cárnica para alimentarnos. De igual forma, nosotros somos carnaza para diversos monstruos venidos de otras dimensiones. Para ellos, los seres humanos somos su carnaza. Y no les importa comernos crudos, somos su alimento y así les sabemos mejor. Precisamente de alimentar a otros seres va la reseña de hoy, la última propuesta de un autor que ya ha aparecido por aquí en otras ocasiones. Pero en esta ocasión, lo hace de una forma bastante más sangrienta, y rindiendo sincero homenaje a la cultura del videoclub.
Escrito por Pablo García Naranjo, con prólogo a cargo de Víctos Castillo Rodríguez y portada e ilustraciones interiores a cargo de Juan Alberto Hernández, la trama nos cuenta como en el moderno edificio de IntechCorp, el mal está a punto de desatarse cuando un ejecutivo ansioso de poder, despierta a un mal ancestral que puede acabar con el mundo tal y como lo conocemos..
Tal y como se puede ver en la portada, los homenajes que rinde el autor no son pocos. Dentro de la misma, los cinéfilos más avezados podrán distinguir los siguientes títulos: El justiciero de la ciudad; Demons 1 y 2; El coloso en llamas; La jungla de cristal... y algunos más que descubrirán a medida que avancen en su lectura. Algunos más evidentes que otros, todo hay que decirlo. Pero que suponen un divertido reto por parte del autor, que ha puesto estos pequeños guiños para que los lectores intenten averiguarlos sin ayuda de San Google, y recurriendo a su memoria cinéfila.
Con este nuevo título, el autor ha querido rendir homenaje a toda la generación que creció con la cultura del videoclub, con el cine de terror italiano y con la distribuidora Cannon. Ya que tal y como se anuncia en una de las solapas, este libro tenía que haberse vendido en una caja de VHS. Y la verdad es que no podía estar más de acuerdo. Y si el lanzamiento se hubiera visto acompañado, de una Pantera rosa, un Bony, un Tigretón, un Phoskitos o un Bollycao pues ya hubiera sido ideal. Este es el libro que uno hubiera disfrutado leyendo y luego comentándolo con los compañeros al día siguiente en el colegio durante el recreo.
El libro está dividido en dos partes. En la primera el autor nos va presentando a los personajes, nos pone en situación y nos va poniendo en situación. Ya en la segunda, aprieta el acelerador y no lo suelta hasta que llega a la última página. Por el camino, deja tras de si no pocos cadáveres, sangre, escenas sangrientas y sinceros guiños al cine italiano de horror de los setenta y ochenta. Con los cineastas Fulci, Romero y Argento a la cabeza.
Precisamente es al director de Rojo Oscuro a quién está dedicada está obra. Y es que no resulta complicado ver la influencia que la trilogía de las tres madres, compuesta por Suspiria, Inferno y La tercera madre, ha ejercido a la hora de escribir la que es, hasta el momento, su última obra. No solo por el misterioso libro que pulula por el interior del edificio, sino también por las tres misteriosas y bellas recepcionistas que dan la bienvenida a los trabajadores a su lugar de trabajo.
Pero no solo de terror italiano o cintas de videoclub bebe esta obra, a mitad de la misma podemos ver a cierto autor de terror originario de Providence, una de cuyas creaciones será la responsable de que el mundo, tal y como lo conocemos, esté a punto de irse a hacer puñetas.
Una novela adictiva, entretenida y que se lee en un suspiro. Ideal para afrontar un par de horas entretenidas y hacer frente a la ola de calor que tenemos encima. Si os gustan las películas de terror italianas de los setenta y ochenta, y habéis crecido viendo las cintas de la Cannon, no lo dudeis y dadle una oportunidad a este libro. Seguro que no os arrepienteréis en absoluto.
No quiero acabar la reseña sin decir que la editorial ha vuelto a cuidar hasta el más mínimo detalle la edición, con lo que vuelve a mimar a sus lectores.