Dirigida en 2017 por Ben Howling y Yolanda Ramke, con guión de esta última, la cinta nos cuenta como en una Australia dominada por una epidemia que transforma a la gente en zombis, Andy, Martin Freeman, hará todo lo posible por salvar a su hija tras haber sido mordido por su esposa que se ha convertido en un muerto viviente. Para ello iniciara un viaje a través de la sabana australiana, en donde conocerá a la pequeña aborigen Thoomi, Simone Landers, quién le ayudará en su misión antes de transformarse.
La película no es sino la adaptación del corto de 2013 a cargo de los mismos directores y guionista, el cuál no he visto. Pero la historia es la misma. El problema de adaptar a un formato más largo una historia que se desarrollaba en tan solo 7 minutos, es que has de estirar la historia y meter todo lo que no pudiste hacer la primera vez. Y esto hace que lo que en principio parecía un buen punto de partida, acabe haciéndose lento para los espectadores.
El film no es malo en absoluto, pero resulta lento. Aquellos que esperen un festival de tripas o sangre mas vale que no lo vean, puesto que se llevarán una decepción. Las escenas sangrientas apenas aparecen, puesto que lo que aquí importa son los personajes y su relación y adaptación en un entorno hostil, y en donde los muertos vivientes no son el único peligro al que han de hacer frente.
Lo mejor de la cinta es, sin duda, la interpretación de Martin Freeman. El actor londinense nos ofrece un registro bastante dramático y sostiene sobre sus hombros el peso de la película. A lo largo del metraje vemos su dolor, tanto por la perdida de su humanidad como la de haber perdido a su mujer e hija.
Los parajes australianos son otro de los puntos a destacar, bien fotografiados son el otro gran protagonista de la cinta.
Pese a tratarse de una película para televisión, a cargo de la plataforma Netflix, el film tiene una buena factura y sabe sacar partido del presupuesto. Pero eso no es suficiente para sacar adelante esta producción.
Tal y como he indicado unos párrafos atrás, la forma de llevar la historia resulta pesada. Menos metraje le hubiera venido de maravilla y dejarlo en una hora y veinte, en vez de las casi dos horas que dura. Si hubiera tenido una duración más ajustada, tal vez el resultado final hubiera sido distinto. Pero es una historia alargada que se podía haber contado con menos minutos.
La idea está bien y es otra forma de acercarse al tono apocalíptico de las películas de zombis. Pero otra cinta similar, Maggie interpretada por Arnold Schwarzenegger, consigue contar una historia parecida pero con menos metraje y entretener más a los espectadores.
Aquellos que quieran acercarse a verla y ver una película de zombis distinta, donde la casquería brilla por su ausencia tal vez la disfruten. En cambio los que busquen la típica cinta de muertos vivientes saldrán escaldados y echarán pestes de la misma. Para el que esto suscribe el film es un meh, se deja ver, y tan pronto como la ves te olvidas de ella. No es horrible pero sin duda se le podía haber sacado mucho más partido a una idea atractiva.
A continuación el trailer: